La entidad ayuda desde hace 44 años a los lisiados. Este miércoles realizará una colecta pública.

Las manos de Moisés Cruz no paran. Con la derecha abre un tarro de cemento de contacto e introduce su dedo índice para empezar a engomar siete figuras de fórmica que reposan sobre su mesa. La izquierda, va al ritmo de sus ojos. Se mueve rápidamente tratando de encontrar, entre los restos del material, piezas iguales que pueda juntar para dar forma a un llavero.

Cada hallazgo es un reto ganado. No puede evitar sonreír y mostrar a su maestro, Federico Chamaidán, la obra terminada. En el día ha hecho sesenta llaveros. Y lo recuerda bien, pese a padecer un retardo mental leve que a ratos le impide aprender las lecciones del colegio y desarrollar las destrezas normales para cualquiera a los 19 años.

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Pero no es el único. Junto a él, David Salinas y Julio César Lizán, de 15 años, demuestran con su habilidad para cortar y martillar fórmicas, que puedan hacerle frente a su enfermedad y ser productivos.

Las tareas se desarrollan en una habitación semiiluminada de seis metros por dos y son parte de los pretalleres ocupacionales que brinda la Sociedad Ecuatoriana pro Rehabilitación de los Lisiados (Serli) desde hace 44 años.

A estos se suman los talleres de lenguaje, madera, pintura y prótesis.

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Chamaidán explica que estos se imparten en el último año de básica a niños cuyo coeficiente intelectual no les permite continuar sus estudios secundarios. Allí aprenden a crear cuadros y elaborar desde una repisa hasta puertas, camas y anaqueles.

La idea es que luego puedan trabajar en tareas artesanales o domésticas en sus hogares.

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En el centro educativo, 220 niños con problemas de discapacidad, parálisis cerebral o retraso psicomotor se benefician de este sistema.

La pensión fluctúa entre 20 y 25 dólares. Sin embargo, señala su directora, Patricia Franco, por la condición económica de los estudiantes al final del año el 50% termina por retirarse, “pese a que hemos conseguido 70 becas del Municipio de 240 dólares por niño”, enfatiza.

La situación es similar en el dispensario médico. La administradora, Cecilia Padilla, indica que el 50% de quienes acuden no pueden pagar los 7 dólares de la consulta ni los 3,50 de la terapia, aunque por cumplimiento a la Ley de Ancianos y Discapacidad a un gran número se los exonera o se les cobra la mitad.

Serli atiende a diario 150 pacientes en consulta externa y 100 en rehabilitación.

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El problema para ellos es que por ser una ONG no cuenta con recursos fijos. Actualmente tienen una deuda de 12.000 dólares con la Empresa Eléctrica y el agua la pagan a plazo gracias a un convenio con Interagua.

Se mantienen por autogestión. Y como parte de ella este miércoles realizarán una colecta pública. La actividad se cumplirá de 08h00 a 20h00 en las entidades de servicio público, centros comerciales, pontazgos y otros sitios.

Moisés, David y Julio César no saben nada de la colecta. Ellos están pendientes en terminar sus talleres para ir a la piscina o intervenir en los juegos internos de su escuela. Así transcurren sus días, dice el profesor Chamaidán, tratando de ganarle una nueva batalla a la vida.