Rock del bueno fue lo que ofreció la noche del jueves pasado Miguel Segovia en Piranha Bar, ubicado en la Av. Agustín Freire (Cdla. La Garzota). Luego de vivir nueve años en Montañita tocando en bares como Hachís, Segovita como le dicen sus amigos y seguidores, volvió a Guayaquil para quedarse. Desde hace varios meses ensaya sus canciones con su nueva banda: Segován. “Me gusta ese nombre porque suena como a un calmante”, dice, “tómate un Segován”.

Pero calmante no es la palabra que mejor describe su música. La música que tocó el jueves pasado fue en su mayoría rock, con influencias de blues, en un estilo setentero que recordaba a los grandes como The Doors o Janis Joplin.

El sonido fue nítido a pesar de que en algunas canciones la voz de Segovia se perdía entre los instrumentos: bajo (Ricardo Pita), batería (Oswaldo Armendáriz) y guitarra eléctrica (Hugo Guerrero). Los músicos, aunque jóvenes (ninguno tiene más de 26), estuvieron a la altura de Segovia, de 53 años de edad y más de 30 de experiencia musical. La mayoría de los temas fueron compuestos durante la estadía de Segovia en Montañita y son una especie de comedia musical que trata por ejemplo de la espera del bus para regresar a Guayaquil. Otros, como Pesadilla y Solo como un perro, fueron inspirados en esta ciudad y hablan de la Primero de Mayo o el Malecón 2000.

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Segován tocó cerca de dos horas en un escenario ubicado frente a una pecera con una piraña solitaria que parecía estar disfrutando tanto como el público, que no pudo contener las ganas de pararse a bailar cuando sonó Ecuador cómo como punto com (su canción más conocida en versión rock). La acogida fue grande.
No faltaron aplausos después de cada tema, aunque tampoco faltó quien pidiera Gringa Loca, una canción de Héctor Napolitano y Hugo Idrovo, con quienes Segovia ha tocado varias veces. Segován se presentará nuevamente el próximo viernes en Café Nuvó, en Las Monjas y Circunvalación.