Apenas ha transcurrido la mitad del período de pesca de pepinos de mar y ya se ha reportado oficialmente un récord de siete buzos enfermos. Sin embargo, es solo la punta del iceberg: probablemente existan decenas o quizás centenares de buzos que no acuden a un médico y recurren a remedios caseros. Al no recibir tratamiento adecuado, existe un riesgo casi inevitable de que contraigan necrosis ósea, sordera, parálisis de las extremidades e incluso impotencia.

Tal como han argumentado ciertas organizaciones de ecologistas, sería irónico si tuviésemos una generación de buzos galapagueños que perdieron su virilidad para capturar el pepino de mar que los asiáticos consideran afrodisiaco.

Asimismo, la población de pepinos de mar continúa disminuyendo. Hace un par de años cada buzo regresaba con una decena de recipientes llenos de pepino. Hoy regresa con menos de cinco. Eso obliga a sumergirse a mayores profundidades, lo que incrementa el riesgo de contraer la enfermedad de descompresión.

Publicidad

Seres humanos enfermos y destrucción del equilibrio ecológico en las islas. Ese es el resultado de una política nefasta, que se la quiere rematar estos días convirtiendo al Archipiélago en un botín político para repartirse diversos cargos. ¿Hasta cuándo permitiremos que continúe así?