El presidente de Rusia, Vladimir Putin, accedió ayer a que la cámara alta del Parlamento forme una comisión para investigar la toma de rehenes en una escuela rusa que dejó al menos 336 personas muertas.

El incidente ocurrido en el poblado de Beslán, en la república de Osetia del Norte, así como su cruenta conclusión, generaron cuestionamientos sobre la capacidad de las agencias policiales y de seguridad de Rusia.

Ayer las autoridades de Moscú convocaron a manifestaciones frente a las embajadas de Gran Bretaña y Estados Unidos para exigir la extradición de separatistas chechenes que recibieron asilo en esos países y que están acusados de terrorismo en Rusia.

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Hasta el momento se ha identificado a 6 de los cerca de 30 militantes que tomaron la escuela como chechenos y a otros 4 como oriundos de la vecina república de Ingushetia.

Esto descarta la versión del gobierno ruso de que elementos árabes, supuestamente de Al Qaeda, participaron en la toma de rehenes.

Analistas señalan que el énfasis ruso de culpar a organizaciones terroristas internacionales es restar protagonismo a la revuelta chechena.

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La presencia de ingushes amenaza incrementar viejas tensiones entre estos y los osetios, el mayor grupo étnico en Osetia del Norte.

Ayer se reportaron “graves conflictos” en la región de Sverdlovsk, en los Urales, donde fueron atacados y quemados varios restaurantes y cafés, cuyos dueños eran de origen caucásico, informó la emisora Eco de Moscú.