Parece mentira que la delincuencia sea ama y señora de Guayaquil y del resto del país. Que se deje el discurso tan trillado de que la Policía está en condiciones inferiores frente al hampa.
En ocasiones, miembros de la institución policial están vinculados con bandas delictivas, y representantes de la ley ponen en libertad a los detenidos.
¿Cómo que no hay plata si ex presidentes se llevan el dinero en sacos, si los padres de la patria o los “honorables” de un plumazo se duplican o triplican sus honorarios por no asistir al Congreso, y cuando lo hacen no realizan ninguna labor en beneficio del país y se dedican a repartirse la torta, salvo honrosas excepciones?
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El Presidente no tiene sangre en la cara ni remordimiento mientras los jubilados se mueren en las calles, los niños no son atendidos en los hospitales, los maestros están impagos... Él se sube el sueldo, y sin embargo, vimos la danza de los millones que se esfumaron en el concurso Miss Universo que lo único que nos dejó fue el bisoñé barato de Trump.
En fin, dinero sí hay, pero solo para los vivos, en cambio, para defender la vida y seguridad de los ecuatorianos que mantenemos a esa casta privilegiada, no hay dinero.
A los responsables de esta debacle les digo: ¡Basta ya!
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María Carbo de Rivadeneira
Guayaquil
La ciudadanía está más segura ahora de que la Policía Nacional ha implementado nuevos planes operativos para combatir la delincuencia y proteger la propiedad privada y la integridad de las personas. Sin embargo, existen malos elementos en esta noble institución que la hacen quedar mal en algunos “operativos sorpresivos” de los días viernes por la noche, cuando detienen a hombres y mujeres por beber en la vía pública, o no tener documentos de identificación, y son llevados primero al Cuartel Modelo, y después de unas horas trasladados a la Penitenciaría como si fueran delincuentes.
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Y claro, todo eso se puede evitar “gratificando” económicamente a ciertos elementos que dirigen los operativos.
Lo peor es que las mujeres que se desmayan por no poder resistir estar en la Penitenciaría, son llevadas a un lugar apartado dizque para que se repongan, pero son ultrajadas, y los hombres son despojados de sus pertenencias por los presos, que después mandan a vender lo robado al mercado negro con sus familiares que los visitan. Luego, el producto de lo saqueado y vendido es repartido con ciertos guardianes y policías.
Las autoridades de la Policía Nacional y de la Penitenciaría deben tomar acciones de supervisión y control para investigar y sancionar hechos inhumanos que desacreditan la gran labor que realizan los uniformados de la fuerza pública.
Dr. César López Iturralde
Guayaquil
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