Un poco temerosa se acercó a la máquina electoral, pero luego de tres minutos, Anita Conejo, indígena de la comunidad de Espejo (Otavalo), comerciante de 22 años, aprendió a votar electrónicamente.

Claro, ese tiempo le pareció eterno porque, además de la presión del resto de personas que estaban en la fila para intervenir en la demostración, se encontraba frente a una urna inusual que tenía una pantalla como de computadora compacta, con números, letras y colores.

“Me parece que el sistema es más rápido y no es tan difícil porque uno no tiene que estar hecho bolas con las papeletas; en la máquina, conforme avanza, van apareciendo las siguientes listas”, expresó la indígena que participó, junto a un grupo de compañeros, en la presentación del proyecto piloto de votación electrónica, ayer, en Ibarra.

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Alfonso Cachimuel, profesor de la Universidad Técnica del Norte y miembro de una de las juntas receptoras del voto, manifestó -tras votar electrónicamente- que el mecanismo es simple, pero no escondió sus dudas. “Creo que habrá algunas dificultades en las comunidades”, dijo.

El plan piloto se implementará -en grupos reducidos- en Otavalo (y otras ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca y Portoviejo) en las elecciones del 17 de octubre próximo.