El 30 de julio, invitado por mi familia que vive en las estribaciones del cerro de Mapasingue, me dirigí a ese sitio y cuál fue mi sorpresa y alegría después de subir un gran trecho por la escalinata que se construyó por los años 90, encontrar la calle asfaltada, con sus respectivos bordillos y rejillas para que corra el agua. Cuando fui dirigente de la cooperativa El Cerro, caminé por toda la parta alta y baja de este inmenso sector, y uno debía ser equilibrista para no caerse. Así se mantuvo por años, sin obras, salvo las escalinatas, muros de contención y la vía de acceso que comienza desde la calle Laureles y termina en la cooperativa 1 de Mayo; es decir, por la parte alta del cerro que tiene una extensión de por lo menos 6 kilómetros.

En cambio, en la calle que habito desde hace 21 años, desgraciadamente aún no llega la regeneración, a pesar de haber gestionado por todos los medios. Hay que dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

Luis Roberto Martínez A.
Guayaquil