El papa Juan Pablo II recordó ayer a los niños fallecidos en el ataque a la escuela rusa de Beslán (Osetia del Norte) e hizo un llamado para que el sufrimiento de la infancia “no deje indiferente a nadie”.

En su tradicional audiencia de los miércoles, el Pontífice se refirió al “bárbaro secuestro” ocurrido en el colegio ruso, que concluyó con más de 300 muertos, muchos de ellos niños, y destacó el deber común de tutelar y defender a los más pequeños.

Los menores fallecidos en Beslán “se encontraban en el interior de una escuela, lugar donde se aprenden los valores que dan sentido a la historia, a la cultura y a la civilidad de los pueblos: el respeto recíproco, la solidaridad, la justicia y la paz”, señaló.

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“En cambio –continuó– entre aquellos muros experimentaron el ultraje, el odio y la muerte, nefastas consecuencias de un cruel fanatismo y un insano desprecio a la persona humana”.

Juan Pablo II extendió su plegaria a “todos los niños inocentes que en cualquier parte del mundo son víctimas de la violencia de los adultos”, como aquellos explotados, obligados a empuñar armas, a mendigar, los que sufren hambre y “los que son asesinados en tantos conflictos en todo el mundo”.

Durante la audiencia, que se celebró en el Vaticano, un portavoz leyó una plegaria del Papa por la paz y la solidaridad en el mundo.

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Juan Pablo II, que pasa estos días en su residencia estival de Castelgandolfo, a 50 km de Roma, se trasladó a la Santa Sede para celebrar la audiencia en el aula Pablo VI ante las numerosas solicitudes de asistencia recibidas.

Con buen aspecto, aunque la voz algo cansada, el Pontífice leyó el texto de la catequesis en su totalidad y posteriormente saludó a los presentes en varias lenguas.