La catedrática francesa Olga Caro habla sobre su afición por las obras del autor de Huasipungo y los dos libros que editó de él.

“Tengo una relación afectiva con Ecuador”, dice Olga Caro en un café del barrio latino, donde vive en París. Pero la verdad no necesita decirlo porque le brillan los ojos cuando habla de Ecuador.

Su español es perfecto, pues es hija de españoles y la Literatura de América Latina fue siempre su centro de interés, desde los tiempos en que realizaba su tesis de doctorado sobre Mario Vargas Llosa, luego de lo cual no le quedaron ganas sino de seguir buscando en los autores de nuestro continente, una y otra vez, sin descanso.

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Caro es profesora titular de literatura latinoamericana en la Universidad de Le Mans y descubrió a Jorge Icaza en el año  1990. Huasipungo fue una revelación, un impacto. “Es lo que quería Icaza, impactar, y lo consiguió”, explica.

Fue entonces cuando empezó a investigar sobre el autor ecuatoriano, pero sus colegas no entendían su entusiasmo, pues en esa época el indigenismo se veía ya como pasado de moda. “Investigar sobre el Ecuador era extraño, la literatura de un país pequeño no interesa forzosamente en Francia, sino la de los grandes países”, cuenta Caro, quien no se dejó desmoralizar y siguió investigando, publicando sus artículos en revistas universitarias. “Me gusta interesarme en las causas”, dice con una gran sonrisa.

La pasión por Icaza la llevó al Ecuador en 1994 y se metió de lleno en las bibliotecas para encontrar todo lo que hubiera sobre el autor. Pero al mismo tiempo, se enamoró de Ecuador y creó lazos de amistad con la gente, que mantiene hasta hoy.

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Así conoció, entre otros, al padre Manuel Corrales, pero sobre todo a la viuda de Icaza, Marina Moncayo, quien le abrió su casa y los archivos del propio autor, que ella estudió, fotocopió y fotografió con la avidez natural de un investigador frente a esta mina de oro. Pero sobre todo, esa fue la oportunidad para conocer a Jorge Icaza, el hombre, a través de las charlas con su esposa.

Entre las dos mujeres se creó una amistad que para  Caro es entrañable. Entre sus investigaciones, encontró en una biblioteca dos relatos de Icaza que habían sido publicados en Letras del Ecuador y que luego habían quedado en el olvido. Se lo comentó a Marina y ella le dijo: “¡Es increíble, Jorge los buscaba para publicarlos y no los encontraba!”. Se trata de Patrón Rafico, publicado bajo el título de Capítulo para una novela inédita en 1945  y Fantasía reincidente de 1960. Olga le propuso a Marina la publicación de su hallazgo en Francia y ella aceptó entusiasmada. Pero de vuelta a la realidad, en París, Olga nunca encontró un editor interesado.

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En abril de este año, algo cambió para la suerte de estos relatos. Los catedráticos franceses que deciden el programa del gran concurso para los profesores de colegio, escogieron a Jorge Icaza como uno de los autores latinoamericanos dentro del tema del año “escribir la dominación”, junto a José María Arguedas y Rosario Castellanos. Será El chulla Romero y Flores la obra que deberán estudiar del ecuatoriano.

Este concurso es muy importante en Francia, pues se trata en realidad de un examen de alto nivel que deben pasar los estudiantes para poder ser profesores de secundaria y toda la maquinaria universitaria se moviliza alrededor del programa de cada año, de la obra de los autores escogidos.

El concurso es tan exigente que pueden presentarse más de 1.500 candidatos para obtener un centenar de puestos, así que la competencia es ruda. Es entonces un honor para las letras ecuatorianas, pues a través de los futuros profesores se podrá dar a conocer la obra de Icaza entre los jóvenes franceses.

Caro no lo podía creer cuando la llamaron para contarle la novedad y vio entonces la oportunidad perfecta para publicar los cuentos. Aun así, no encontró eco entre los editores y decidió publicarlos por su cuenta y riesgo, con el acuerdo de las hijas del autor, Fenia y Cristina.

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Y es una mujer tan sencilla y apasionada por su trabajo, que no tiene el menor problema en ir ella misma con los libros bajo el brazo a dejarlos en las librerías especializadas en literatura latinoamericana. Y es que para ella no es solamente una cuestión intelectual. “No es un libro solamente universitario, allí puse mucho sentimiento, hacia Marina, hacia Jorge, hacia Fenia, hacia Cristina, hacia Ecuador”, dice sin ocultar su emoción.

Contenido
El libro se titula Cuentos de Jorge Icaza y estudios críticos y recopila los dos relatos perdidos, así como ocho artículos escritos por  Caro a lo largo de estos años. Con toda seguridad este libro será un texto de estudio para los estudiantes que este año deberán adentrarse en la obra del escritor ecuatoriano, pues además dos de los artículos se encuentran en la bibliografía recomendada para el efecto.

Caro plantea en el prefacio Patrón Rafico es el esbozo de El chulla Romero y Flores y es este cuento donde aparece por primera vez el personaje de mama Domitila que luego será recurrente en el autor.

El hallazgo es importante y su publicación entonces fundamental para entender la obra de Icaza, para encontrar los orígenes de esta novela. Caro explica que allí podemos encontrar, trece años antes de la publicación de la novela, la búsqueda de Icaza para encontrar la forma de transmitir esa dualidad del personaje de “el chulla”. Fantasía reincidente se sitúa en otra etapa de la obra del autor, aquella que lleva a Atrapados. Estos relatos son entonces dos herramientas importantes para comprender etapas búsqueda de Icaza.

Caro ha dedicado mucho tiempo en los últimos diez años a estudiar la obra de Jorge Icaza, contra viento y marea, pues siempre se ha interesado por la relación entre la literatura y lo social. Si bien Huasipungo fue el punto de partida, en su opinión hay muchas obras de Icaza que considera incluso mejores, como Media vida deslumbrados, Huairapamushcas o Seis relatos, donde en su opinión hay cuentos surrealistas y fantásticos.

Icaza es, para Caro, un autor múltiple al que no se puede encasillar solamente como indigenista, pues es también un dramaturgo y un autor interesado por el psicoanálisis.

Pero es el tema del mestizo lo que resulta fundamental para Olga Caro en la obra de Icaza. “Para mí Jorge Icaza no es indigenista pero ‘mesticista’, sí se puede decir. Es esa problemática del ser híbrido entre dos razas y que no sabe a dónde ir, que imita al blanco y niega su parte indígena. Icaza lo trata a nivel psicoanalítico, social, económico y político”, asegura Caro, quien recuerda que el propio Icaza decía que este es un problema no solo ecuatoriano, sino de toda América Latina.

“Esto no está pasado de moda, es un tema actual porque Icaza plantea que ese desequilibrio se soluciona cuando el mestizo se reencuentra con su parte indígena y desde ese punto de vista es un gran humanista. Icaza decía que su forma de ser indigenista es, en tanto que mestizo, reconocer su parte indígena. Ese reconocimiento facilitaría la comunicación entre los grupos de la sociedad, habría entendimiento y no una oposición. Habría que rescatar para valorar, reconocer el pasado, la cultura”, dice Caro.

Caro tiene una relación afectiva e intelectual con la obra de Icaza. Para esta catedrática francesa, Jorge Icaza es un autor comprometido y ella es de las que piensan que eso no está pasado de moda, considera que no se puede escribir fuera de la problemática de su país y del mundo.

“Huasipungo rompe con la visión romántica del indígena, con el mito del ‘buen salvaje’ y muestra las consecuencias de la dominación, las consecuencias de la raza, como diría Zola. Me interesó mucho esa violencia, esa crueldad, ese realismo terrorífico como lo califica Jorge Enrique Adoum. Encontré en Icaza esa puñalada, ese golpe. Es un autor que remueve”, dice Caro para explicar esa necesidad que siente de rendirle homenaje.