No hay que ser muy sagaz para darse cuenta que el Ecuador, tal cual está conformado política y administrativamente, no es viable. Para muestra unos cuantos botones. Basta leer unos pocos titulares de prensa de los últimos días:
‘Hermanas Cerón están en Base de Salinas’. ‘Pro forma del 2005 con déficit de $ 467 millones’. ‘BEDE dice que créditos son una conquista laboral’. Ni qué decir de los titulares del viernes pasado sobre los cabildeos y pactos panameños, que implicarían meter las manos en la Función Judicial.

Si miramos todas las aristas, nos daremos cuenta que hay, además de un alto nivel de estupideces en discusión como las supuestas “conquistas laborales”, problemas de fondo, estructurales. En Ecuador discutimos asuntos quedándonos siempre en la forma del análisis, mas no en el fondo. Lo que nadie dice es que las discusiones implican que en este país no nos hemos puesto de acuerdo entre los jugadores y grupos sociales y de poder, ni siquiera en las cosas más básicas. No existe un acuerdo de si queremos vivir en una economía más de libre mercado o cerrada, del papel que debe jugar el Estado en la economía y en la sociedad, etcétera.

Aparentemente estos temas filosóficos pueden parecer muy abstractos para el ciudadano, pero lo impactan de una forma tremenda quizá sin darse cuenta, en los impuestos que paga, el costo de los servicios, en la calidad de los mismos, en su capacidad y libertad para decidir. La mayoría de los países ya ha solucionado estos temas, ya ha acordado una base mínima común, lo cual hace que se compartan valores. En Ecuador eso no es cierto, causando que el tono de la discusión sea tremendamente alto. Mi sentir es que la ingobernabilidad en este país no se debe a falta de leyes o a necesidad de reformar las mismas, no se debe a los partidos políticos, se debe a falta de consensos y acuerdos sobre los puntos más elementales del desarrollo de una sociedad. Los consensos o la falta de ellos hará nacer el tipo de economía y sistema político que deberíamos usar para lidiar con estos temas. Si hay tendencias opuestas pero marcadas de forma focalizada, un régimen de autonomías pudiera ser la solución, que permita cierto tipo de autogobierno.

Hay un gran grupo de ciudadanos que creemos que la corrupción es directamente proporcional al tamaño del Estado, por lo que un régimen más liberal sería la solución, con el cual un déficit de 465 millones de dólares estaría absolutamente divorciado y opuesto; solo para dar dos ejemplos.

Al no haber consensos mínimos, unas cuantas minorías han tomado control y han impuesto su visión, lo cual genera las obvias resistencias.

Una buena oportunidad para generarlos fue la Asamblea. Desgraciadamente desde sus inicios fue mal concebida, pensándola con el único objetivo de reformar la Constitución, cuando una nueva Constitución debió haber sido el producto de los acuerdos para lograr una base de ideas comunes para el desarrollo del Ecuador. Como dice el refrán americano: “Volvamos a las bases”.
Mientras tanto, seguiremos viviendo las ridiculeces que hoy tenemos que soportar.