El New York Times publicó lo siguiente en uno de sus editoriales del viernes 27 de agosto:

Luego de tres años de minimizar o suprimir la ciencia, el gobierno del presidente George W. Bush al parecer está dispuesto a aceptar que los seres humanos y su actividad industrial han sido responsables en buena medida por el calentamiento reciente de la atmósfera terrestre. Esta tardía aceptación de lo que científicos de la corriente prevaleciente han estado diciendo por años no significa que la Administración esté preparada para enfrentar con seriedad el problema, al apoyar, por ejemplo, límites obligatorios sobre emisiones de bióxido de carbono.
Pero al menos nadie está tratando de ocultar la evidencia.

Las opiniones del presente gobierno de Estados Unidos están contenidas en un informe dirigido al Congreso, acompañado de una misiva firmada por los secretarios de Energía y Comercio y el asesor científico del presidente. Este asienta que las causas naturales no pueden explicar un calentamiento considerable desde 1970 y dice que las emisiones producidas por el hombre, de chimeneas y escapes de vehículos, son la causa probable.

Funcionarios de la Casa Blanca, quienes no se esforzaron por darle publicidad al informe, claramente no quieren que el documento sea interpretado como un cambio en un año electoral en la posición del presidente Bush con respecto al calentamiento mundial o como un precursor de iniciativas legislativas y administrativas más agresivas. Sin embargo, ellos no lo desecharon, como ocurrió en el 2002, cuando Bush restó importancia a un serio estudio interno redactado por sus propios expertos. Ellos tampoco intentaron suprimirlo, como sucedió más adelante en ese año, con un informe sobre contaminación del aire por parte de la Dependencia de Protección Ambiental (EPA).

Así que esto es algo similar a un progreso. Con todo, no tendrá mucho significado a menos que Bush vaya en serio con respecto a los remedios. Su programa de investigación e iniciativas voluntarias ha generado un entusiasmo modesto en la industria, pero inspira muy poca confianza en cuanto a que las tendencias del calentamiento serán detenidas, ya no digamos revertidas, en el futuro previsible. En tanto, existen diversas iniciativas esperando la atención del Capitolio, las cuales podrían empezar a restringir las emisiones de gases de invernadero. Empero, estas iniciativas no tienen oportunidad de ser aprobadas a menos que Bush dé su asentimiento a la dirigencia republicana.

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