Juan Pablo II reclamó ayer a la Unión Europea (UE) que siga abriendo sus puertas a los inmigrantes, sobre todo a los castigados por la pobreza, las guerras o la persecución.

En el discurso de aceptación de las cartas credenciales del nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede, Philip McDonagh, el Papa expresó su deseo de que se mantengan los acuerdos sobre inmigración alcanzados durante el pasado semestre de presidencia irlandesa de la Unión Europea.

Tras alabar las políticas de apertura hacia los más desfavorecidos del mundo, hizo votos para que “sigan inspirando el talante positivo de la comunidad internacional hacia los inmigrantes de otros continentes y culturas”.

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El Pontífice insistió en la necesidad de que Europa siga interesándose “por este importante problema humanitario con el corazón abierto y un empeño sin tregua”.

También se refirió a la necesidad de que los países desarrollados afronten los desafíos provocados por el crecimiento económico, como el “empobrecimiento espiritual y la indiferencia hacia la dimensión moral y religiosa de la vida”.