El realizador colombiano Sergio Cabrera presentó ayer en Venecia Perder es cuestión de método, un particular homenaje a quienes salen derrotados después de luchar y también a Bogotá, pintada a veces de manera trágica y que en realidad es una ciudad agradable.

El filme proyectado fuera de competición en el festival veneciano tiene como telón de fondo la corrupción, que Cabrera considera una de las grandes lacras de la democracia en su país.

Basada en una novela de Santiago Gamboa e interpretada en sus principales papeles por el mexicano Daniel Giménez Cacho y Martina García, la cinta es una coproducción entre España y Colombia, que cuenta la investigación que un periodista lleva a cabo con la ayuda de una prostituta tras la aparición de un cadáver en el río.

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Las pesquisas llevan a la identificación de una importante red de corrupción, contra la que ambos intentan luchar, aunque la película cuenta con un amplio reparto, algo que gusta especialmente a Cabrera y que, en su opinión, también es del agrado del espectador latinoamericano.

“Con las derrotas uno se convierte en más inteligente. Es importante recuperar el espíritu romántico en el cine porque el siglo XX y el comienzo del XXI es una época nihilista y triste”, dijo el realizador.

La película es también un homenaje a Bogotá: “me he esforzado en mostrarla como realmente es, bella y con gente simpática”, afirmó el realizador de Medellín, quien lamentó que Colombia sea conocida por la violencia, lo que considera algo injusto.
 
Los diálogos de Perder es cuestión de método cuentan con numerosos ejemplos del modo de hablar colombiano, pero la película no se doblará cuando se estrene en España a pesar de que algunos giros lingüísticos pudieran no entenderse fácilmente, como confirmó el productor español Gerardo Herrero.

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El largometraje está inspirado en la novela homónima del escritor Santiago Gamboa, quien dijo que tras verlo en la pantalla le ha parecido que sus personajes tomaban una diferente dimensión.

No obstante, se mantiene la filosofía original, según la cual “hay una visión de la figura del perdedor. Cualquiera que haya vivido una derrota es más sensible a los problemas de los demás”, en palabras del escritor.

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