Ruego indagar un poco sobre el origen de la discordia entre la Iglesia de Roma y la Masonería.

Y como punto de partida sería prudente revisar la historia alrededor del papa Clemente XII y la Bula Papal In Eminenti de 1738, que según los historiadores, la expidió cuando se encontraba ciego por efecto de la edad avanzada y sus enfermedades.

De tal manera que quien la expidió fue su sobrino y secretario de memoriales, el cardenal Nery Corsini, que como tal manejaba los negocios del Vaticano y los intereses ocultos tras el trono de Inglaterra, ya que se temía que la Gran Logia de Inglaterra apoyara a los jacobistas y no a los estuardos.

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Es muy cierto, eso sí, que aparecieron grupos que no seguían la línea masónica, llamados la Senda Espuria.

Los grupos mencionados mantenían una abierta hostilidad a la Santa Sede y a las grandes logias regulares; de allí que el 27 de mayo de 1917, el papa Benedicto XV promulgó un nuevo Código de Ley Canónica.

Dicho Código de Ley Canónica contenía el artículo 2335, en el que prohibía a los católicos hacerse miembros de las organizaciones masónicas que fueran hostiles con la Iglesia Católica y con las legítimas autoridades civiles.

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Todo eso dio lugar a que el cardenal Sefer, prefecto de la Sagrada Congregación de la Fe (el antiguo Santo Oficio), enviara la siguiente carta a todos los obispos del mundo, poniendo fin al conflicto de la Iglesia Católica con la Masonería:

“La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe... ha establecido que el canon 2335 ya no prohíbe a un católico la calidad de ser miembro de los grupos masónicos...

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“De modo que un católico que se asocie a la francmasonería será excomulgado solo si la política y las acciones de los francmasones en su área se reconocen como hostiles a la Iglesia...”.

El Sefer Document fue publicado en Inglaterra por una declaración de obispos católicos romanos de Inglaterra y Gales, el 11 y 14 de noviembre de 1974, respectivamente, con lo que se dio término al conflicto secular de la Iglesia Católica y la Masonería Universal; no obstante que no discrimine entre los masones regulares e irregulares, ni está formalmente eliminada la excomunión.

De modo que resulta compatible que un católico sea masón.

Dr. Jesse M. León Baquerizo
Guayaquil

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