"La Commune", un selecto hotel de diseño junto a la Gran Muralla, marca el inicio de una nueva tendencia arquitectónica en China, donde el estilo ha empezado a hacerse un hueco en medio de la caótica explosión urbanística.
 
Con once villas independientes diseñadas por doce renombrados arquitectos asiáticos, La Commune es el buque insignia de la promotora inmobiliaria Soho, cuyo objetivo es crear innovadores espacios vitales y estilos de vida para la creciente clase adinerada del país.
 
"En medio de esta era de la construcción en China, hemos querido dar ejemplo, demostrar que es posible levantar edificios con estilo", declaró a EFE Christine Yan, jefa de operaciones del grupo Soho China, desde la "sala del pavo real", uno de los "reservados" en el Club de La Commune.
 
Elegante, bien vestida y con un inglés impecable, Christine representa el estilo de este hotel de diseño, ubicado a 60 kilómetros de Pekín, junto al paso de Shuiguan de la Gran Muralla China, que puede verse desde la mayoría de las villas.
 
Con un presupuesto estimado de 24 millones de dólares, los arquitectos y diseñadores crearon esta "boutique" arquitectónica, que recibió un premio especial en la Biennale de Venecia, y cuya maqueta original en madera adoptado por el Centro Pompidou de París como su primera colección permanente de China.
 
Cada una con su propia personalidad, las villas se reparten entre las colinas en un espacio tranquilo y cerrado al público, que sólo podrá visitarlo si alquila uno de los lugares o paga 120 yuanes (quince dólares) por el derecho de pasear y verlos desde fuera.
 
Con nombres como "la maleta", "la pared de bambú" o "el aeropuerto", las construcciones plantean con elementos naturales un reto a la imaginación, donde los espacios abiertos se entrelazan con sombras y luces, juegos de agua y una decoración interior minimalista y tradicional.
 
"La casa del bosque" o "la casa dividida" son otros de los pabellones de varias habitaciones, con cocina, salones y jardines, que se alquilan a un precio medio de mil dólares la noche.
 
"Nos gustaría inspirar a los demás constructores. Tenemos un deber moral de dejar casas mejor diseñadas para las generaciones futuras", opinó Yan, según quien en China se están construyendo "muchos edificios muy feos".
 
Durante muchas décadas "no se construyó nada en el país, y ahora que hemos empezado a repuntar la mayoría de los edificios son iguales, sin estilo", aseguró la experta.
 
"Palm Springs", "Chateau Regalia" o "Dynasty Garden" son algunos de los proyectos inmobiliarios de Pekín, que en los últimos años han tratado de insertar "estilo" a la construcción, con una mezcla de columnas y retoques "clásicos", dorados de gran lujo y tapizados de pieles.
 
"Odio el falso estilo europeo de las construcciones chinas modernas, pero parece que se vende bien entre los nuevos ricos", reconoció Christine, quien sin embargo cree que "en China, hay mercado para otra cosa".
 
Se refiere a la creciente clase alta "con mucho dinero, que sabe apreciar el arte, la arquitectura, un estilo de vida diferente", y puede invertir en pasar un fin de semana en este irrepetible espacio de lujo.
 
Yan reconoció que la oferta de "La Commune" es rompedora en China, donde pocos hasta ahora podrían soñar con pagar el precio que cuesta pasar un fin de semana en esta "colección privada de arquitectura", como les gusta llamarla a los promotores.
 
"La mayoría de nuestros clientes son empresas, que alquilan el espacio para celebrar el lanzamiento de un nuevo producto o presentar el informe anual a la junta directiva", explicó la joven directiva, para quien "es mucho más fácil diseñar una nueva estrategia empresarial en este entorno que en una oficina en el centro de Pekín".
 
Nokia, Porche o Shiseido son algunas de las empresas que eligieron "La Commune" para celebrar aquí el lanzamiento de sus productos, una gala o incluso un desfile de modas.
 
Además de las actuales once villas, finalizadas en 1999, Soho está preparando una segunda fase del proyecto, con la construcción de viviendas más pequeñas en un valle cercano, esta vez para venderlas.
 
"Todavía no sabemos cuál será el precio final. No serán baratas, al menos un millón de dólares por vivienda, pero merecerán la pena", explicó Yan, quien cree que China "se está despertando" a una nueva era de lujo y glamour, al menos para quienes pueden permitírselo.