Perdonarán nomás que haya estado un poco callado en estos días, pero es que me he pasado analizando las cifras psicológicas, como decimos los psicólogos. Ya acabé. ¡Qué alivio!
Bueno, después de tanto análisis llegué a la conclusión de que Lucio es un total. Es un totalmente ciclotómico, quiero decir. Sí, claro, también es eso que ustedes dicen, pero tal categoría no pertenece a la psicología sino a la zoología, que nues mi fuerte.
¿Les explico qué son los ciclotómicos? Ya, pero no me interrumpirán, calladitos estaránse.
Verán: hay gente que cuando está feliz, de pronto se pone tristísima. Su felicidad se transforma en infelicidad. Su ánimo, en desánimo. Su sonrisa, en sinrisa.
El Lucio, por ejemplo, en un momento está feliz, convencido de que está haciendo el mejor gobierno de la historia con los mejores hombres de la patria y con las mejores mujeres de la matria. Sin embargo, de repente, de lo que estaba feliz, se vuelve infeliz, de lo que estaba alegre, se convierte en hosco, de lo que estaba positivo, se vuelve insultón, grosero, horrible.
¿Se acuerdan que cuando trotaba en shores asomó con la noticia de que le iban a matar? ¡Cómo nos asustamos! ¡Nos íbamos a quedar sin presidente! Huerfanitos. Por eso el Lucio, preocupadísimo, redobló su seguridad para morir de una muerte segura y no de una muerte insegura, hasta que se olvidó que le iban a matar y pasó de la tristeza de su muerte a la alegría de su vida, como tal cosa.
¡Qué ciclotómico!
Ahora, cuando ya nadie se cree el cuento de que le van a matar, dice que le van a tumbar. Y se presenta con una cara de tumbadito que no le quita nadie y, mientras baila feliz en la tarima con cuantas reinitas se le ponen al frente, repite, tristísimo, que los malos le quieren tumbar. Entonces, para que no le tumben, se va feliz de un lado a otro recorriendo los pueblos para que nadie sepa dónde mismo está y, el rato que le quieran tumbar, no le encuentren. ¡Vivísimo es!
Lo bueno es que, como ya le conocemos, le dejamos nomás que pase de la euforia de la campaña a la deseuforia de la tumbada.
Así ha de seguir hasta que lleguen las elecciones y él solito se encuentre que se va, de tumbo en tumbo, por el despeñadero de su Sociedad Patriótica. Ahí otra vez se ha de poner tristísimo y ha de decir que hubo un complot para asesinarle en las urnas. Pero enseguida, eufórico, ha de decir que el único ganador de las elecciones es él, porque los malos no le pudieron tumbar.
Bueno, con tal que esté feliz mejor es ayudarle con todas nuestras fuerzas a que pierda. Porque, como es un espécimen tan raro, si gana se ha de poner tristísimo, el ciclotómico.