Alejandro Amenábar siempre se ha sentido muy identificado con tres directores de cine de suspense muy diferentes: Hitchcock, Spielberg y Kubrick, y ahora, a una semana del estreno de su nueva película, titulada Mar adentro, afirma que es su filme más spielbergiano, porque combina emoción, risa y llanto.

Amenábar explicó que para abordar esta historia sobre Ramón Sampedro, un marino mercante que quedó tetrapléjico tras un accidente en el mar y estuvo postrado 29 años en su cama con el único deseo de morir dignamente, siempre se planteó la “perspectiva de tratar material humano muy sensible desde el drama, pero como una comedia, sobre todo porque Ramón tenía mucho sentido del humor”.

La idea de Mar adentro, con un guión firmado por Amenábar y Mateo Gil, música del gaitero Carlos Núñez y un reparto encabezado por Javier Bardem, Belén Rueda y Lola Dueñas, surge antes de rodar Los Otros, el largometraje que protagonizó Nicole Kidman.

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“Había oído la historia de Sampedro y había visto lo que todos en televisión, pero me parecía interesante e insólito que alguien hablara tan bien y pareciera tan erudito en un ambiente rural”, comentó.
 
Luego se sintió atraído por “la serenidad con la que pedía lo que pedía, que era morir”, y más tarde por el libro que escribió Sampedro y que tenía poemas muy buenos, todos sobre lo mismo: la muerte, que era lo que le obsesionaba; además de muchas cartas con descripciones del accidente y cómo le pasó la vida por delante, una vida que ni más ni menos eran los puertos que había recorrido durante 20 años.

“Todo me pareció muy cinematográfico”, aseguró Amenábar, por eso investigó su ambiente y las relaciones que mantenía con la familia, amigos y todas esas mujeres que se enamoraron de él durante esos 30 años.

El siguiente paso fue el guión, para el que recupera a Mateo Gil, con el que había escrito Tesis y Abre los ojos. Para el papel protagonista, Amenábar eligió a Javier Bardem porque, sostiene, “es el mejor actor que tiene este país”.

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“Tenía todo en su contra: el físico, la edad –Sampedro tenía 50 años– pero poco a poco fue tomándole el peso al personaje y dándose cuenta de lo importante que era que el espectador se olvidara de que estaba viendo a Bardem. Tiene mucha sensibilidad y era su talento frente a un físico y una edad que no tenía”, explicó el joven realizador.