El evento, que reunió a más de 300 delegados, culminará mañana con la elección de la nueva directiva.

La casa comunal, construida con tablas, está copada por unas 300 personas. Las mujeres ocupan las primeras filas de las bancas de madera. Ellas tienen sus senos descubiertos y sus vientres tapados por una pequeña capa tejida con bejuco; llevan sus rostros pintados, adornos en sus cabezas, cuellos y brazos. Algunas amamantan a sus críos.

Atrás están los hombres, bien vestidos. Unos diez ancianos con sus orejas perforadas se diferencian del resto, cual árboles añosos en medio de una selva verde, joven. En la pared frontal, escrita con marcador en un papel periódico, se distingue la leyenda “Bienvenidos al VIII Congreso del pueblo huaorani”.

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Esa ubicación no varía. Así estaba en la inauguración de la cita, el pasado sábado, y la mantendrán hasta hoy, entre las 08h00 y 17h00, en que concluya el encuentro, que congregó a 38 comunidades de la etnia huaorani, dueña de un territorio exclusivo, reconocido por el Estado pero asediado por madereros y petroleros.

Toñampari es como la capital huaorani, la única que cuenta con escuela y colegio.
Está a 25 minutos de vuelo desde Puyo, en sentido noreste, a 200 metros del río Curaray, donde cinco misioneros estadounidenses murieron lanceados por el clan, el 8 de enero de 1956, cuando aún no era evangelizado y los extranjeros querían contactarlo.

La asamblea la presiden Fernando Nigua, Timoteo Guamoni, Luis Cerda y la profesora Dawa Aiwa, cuyas edades promedian los 23 años.

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La agenda es amplia. Se habla de salud, educación, pérdida de su cultura. Hoy se elige a la nueva directiva del ente que los representa, la Organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonia Ecuatoriana (Onahe).

Se analizaron  los rezagos de violencia que aún subsisten en algunas comunidades, como la matanza a 26 nativos no contactados del clan taromenane, en mayo del año pasado, por parte de nueve comuneros de Tigüino y Bataburo, comunidades que en este congreso tienen un representante.

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Pero, sobre todo, se debate una postura frente a las empresas petroleras que lograron concesiones en territorio huaorani, el cual involucra a la única reserva de la biosfera que tiene el Ecuador, el Parque Nacional Yasuní. Para eso llegaron por diversos medios. Desde 25 comunidades lo hicieron en avioneta; de las 13 restantes, luego de caminar o navegar durante casi un día.

Los debates son una especie de desahogo, de rechazo a lo que los delegados consideran la falta de representatividad de los dirigentes de la Onhae, en especial del presidente saliente, Armando Boya. Es la expulsión de su ira por la falta de apoyo gubernamental, por la división que han generado las empresas petroleras.

Luis Awa, de la comunidad Guiyero, adelanta la que sería una resolución de la cita. “Las petroleras nos han dividido; han llegado con regalos para comprar a dirigentes o contentar a una comunidad, pero la mayoría estamos pobres. Ahora normaremos, queremos decir no”, refiere. Protesta mucho más, en su idioma.

La decisión final se adoptará hoy en la mañana, pero la mayoría de dirigentes está contra la actividad petrolera.

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No todo es discusión en el congreso huao. Las noches sirven para la demostración de su agonizante cultura, mediante bailes y cánticos en su idioma, una especie de tarareo cuyo débil eco se aleja y se pierde por la frondosa selva.

AMAZÓNICAS

DELEGADOS

Hasta la tarde del sábado, 320 delegados de 38 comunidades huaorani, de las provincias de Napo, Pastaza y Orellana,  participan en el congreso.

TRANSPORTE
Tres compañías aéreas realizaron casi 60 vuelos, en avionetas con capacidad para tres o cinco pasajeros, entre Shell y Toñampari, para transportar a los delegados.

LLUVIAS
Intensas lluvias y nubosidad, entre la tarde del sábado y la mañana de ayer, obligaron a suspender los vuelos en la zona.

COSTO
El costo estimado entre alquiler de avionetas y alimentación para los asistentes durante el congreso bordea los 32.000 dólares.

ALOJAMIENTO
Una veintena de aulas de madera, que son dormitorios para los estudiantes del colegio de Toñampari, sirvió para el alojamiento de los asistentes.