Los restaurantes venden poco y los habitantes tienen que optar por trabajar fuera de la jurisdicción.

Pascuales celebró ayer sus 111 años de fundación. Aunque los tradicionales festejos populares se repitieron, un día antes (el viernes) la cotidianidad hizo que sus habitantes se quejaran de lo que llaman poca atención.

Dicen que hace tiempo han pedido a las autoridades que los provean de servicios básicos y del control público necesario para el desarrollo de esta parroquia, así como de inversión e instalación de industrias que les permitan trabajar a sus habitantes.

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Ante la falta de establecimientos formales de empleo, la parroquia es utilizada como espacio dormitorio, pues los moradores salen a trabajar a otras parroquias de Guayaquil o cantones cercanos, como obreros o empleados.

Los trabajos
En Pascuales solo hay dos fábricas y ofrecen trabajos temporales: una procesadora de mangos contrata a dos grupos de 60 empleados en época de cosecha y una fábrica de baldosas que requiere personal según los pedidos.

Xavier García Saldaña, de 33 años, afirma que desde hace diez años no se ubica en un trabajo estable. Durante este tiempo ha subsistido gracias al expendio de artículos personales y lencería. Él se suma a los muchos que encuentran paradójico que Pascuales, siendo una parroquia localizada en una zona industrial, reciba pocos ingresos. 

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Los salarios, según él, no superan los 200 dólares mensuales, aun para quienes tienen un trabajo formal.

Actividad comercial
Por la avenida principal del lugar se pueden percibir numerosos locales de comida.  Esta es la actividad más frecuente de los habitantes de Pascuales, conocida por la venta de fritada.

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Otros negocios más pequeños y modestos “apenas dejan para comer”, indican sus propietarios.

Blanca Paredes, dueña del restaurante Casa Blanca, asegura que las ventas comenzaron a decaer desde enero pasado. La falta de dinero es el motivo que ella encuentra para explicar eso y que algunos locales cerraran sus puertas.

Seguridad
A la falta de trabajo en Pascuales está ligado otro problema: la inseguridad. José Flores, coordinador barrial de la calle principal, recuerda que antiguamente no necesitaban tantas previsiones. “Ahora con la delincuencia no se puede. Nosotros hemos puesto policías barriales, pero no abastecen porque los delincuentes tienen armas y los guardias solo palos”, afirma.

“El alumbrado público en todos los sectores ayudaría al control”, dice, al mencionar otros tantos servicios que requieren: mejor servicio de aguas lluvias, instalación de un sistema de alcantarillado, un hospital completo y más policías.
La celebración de ayer les sirvió también para hacer estos pedidos.

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