Los productores dicen haber madurado empresarialmente; se vienen  tecnificando no solo en la parte productiva sino también administrativa. Coinciden en que hubo mucho desperdicio de recursos y creen que la especie de peste bíblica de la mancha blanca sirvió para ordenarlos, poner los pies en la tierra y crear una reingeniería mental.

En Pedernales, norte de Manabí, cuando los camaroneros salían por el azote de la mancha blanca en el 2000, el grupo que dirige Rodrigo Vélez decidió instalar la empacadora Epacific para atender la producción de 500 ha de piscinas asociadas.

En la actualidad es al revés; el 70% del camarón que despachan pertenece a terceros porque lo que sale de las 16 mil ha de espejo de agua, no más del 20% se procesa localmente y se envía a otras en Guayaquil.

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Vélez aduce que a la producción en Pedernales siempre le ha sido escasa esta infraestructura y por eso las estadísticas de producción no reflejan la verdad. Al menos Manabí tiene 3 empacadores que están entre las 12 primeras de las 60 que funcionaron en el ámbito nacional.

Exportan directamente a EE.UU., México, adonde sea si tienen cliente. “Sin  esta empacadora los camaroneros hubieran sido presa de los intermediarios. Imponen precios competitivos con Guayas”, afirmó.

Centralización complica
La carencia de infraestructura, según el empresario, es un problema de mentalidad en este país, porque toda descentralización significa costo y complicaciones, fáciles de explicar: llevar un contenedor en Guayaquil de la empacadora al puerto cuesta $ 80, a ellos $ 700. En el cantón pagan por servicio  que no prestan y son caros; trámites obligatorios de exportación tardan dos a tres días más en comparación con las otras empacadoras en la ciudad; para sacar el certificado de origen deben trasladarse a Manta. Describe como sus ventajas, la buena calidad del agua, cercanía a las camaroneras, un nivel de riesgo muy inferior y el mayor factor confianza de los proveedores hacia la empresa local.

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Legado de la mancha blanca
El efecto del virus (más de 1.500 millones en pérdidas en el 1999) sirvió para ordenarnos, dice el empresario, miembro del directorio de la Cámara Nacional de Acuacultura. La mancha blanca desafió a volvernos más eficientes, unirnos como cadena. Antes las empacadoras eran vistas como enemigas, pero se dieron cuenta que el enemigo es vencer los problemas de enfermedades y tratar de ganarle a chinos, tahilandeses, brasileños y vietnamitas.

Castigo por dumping
El Departamento de Comercio Exterior de los Estados Unidos impuso a fines de julio de este año un impuesto preliminar de 7,30% a sus importaciones de camarón ecuatoriano y hasta diciembre se tomará una decisión definitiva si se mantiene, reduce o anula este impuesto después del informe de auditoría que realizan aquí funcionarios de esa dependencia norteamericana. Sobre el particular, Vélez comentó: “Los escenarios empiezan a cambiar. Estábamos contentos con los aranceles impuestos al crustáceo oriental, con la idea de que Brasil centralizara su oferta a Europa y no a EE.UU. Como este continente reabrió las importaciones de China, en este momento cambia la consideración, y ojalá que a este país le impongan un arancel más alto para que los estadounidenses se queden con nosotros. Son unas vacaciones simplemente y por eso debemos retomar  y retener a nuestros compradores de siempre que están regresando a ver al país”.

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Techo de productividad
Las camaroneras muestran un mejoramiento continuo, en larvas hay muy buena acción en la parte genética y lo confirma la homogeneidad de tamaño del camarón.
Antes de la mancha blanca los resultados de supervivencia de las larvas era del 35% al 40% hasta la cosecha, ahora llegan al 70% y 80%. Prohibida la venta de larva salvaje, los laboratorios tienen mayor estabilidad, agregó.

Mercado de compradores
Los precios hace un par de años han venido bajando y el problema actual no es tanto el volumen sino cómo comercializar. Pese a todo lo que se habla de corrupción en el país, Vélez destaca la credibilidad comercial de la industria camaronera, considerándola como lo mejor que han hecho las exportadoras en los últimos 25 años. Hay que salir a vender porque el negocio está en manos de los compradores y ellos imponen sus condiciones.

Nuevas empacadoras deberán abrirse por el aumento de ventas y desde el 2003, la actividad se siente más segura de su sistema de producción y ya son menos a los que les va mal en este negocio, concluyo.