La narración es cotidiana y propia del ser humano, dice la argentina, que participa en el festival Un cerro de cuentos.

Contar historias es  una práctica cotidiana e innata en el ser humano, pero hacerlo como la argentina Ana Padovani es un arte. Ella, una psicóloga de profesión y músico por vocación (entona la guitarra), cautiva al público con relatos de personajes y hechos que son ficticios o tomados de la tradición oral de su país. La artista vino al Ecuador para participar en el III Festival Santiago de Guayaquil Un cerro de cuentos, que desde mañana hasta el próximo 1 de septiembre se realizará en esta ciudad.

Menuda, de mirada profunda y  apreciaciones exactas, Padovani explica que la reseña de sucesos, episodios o fábulas que los padres y abuelos hacen a sus hijos y nietos es distinta a la propuesta escénica de un cuentacuentos. Todas son formas de narración, no obstante, hacer un espectáculo es diferente. Entran en juego varios recursos. En su caso, Padovani caracteriza a los personajes de sus historias y trabaja con las voces.

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“Mi pasión es crear, a partir de la palabra, mundos de fantasías, donde yo creo lo que cuento y logro que el otro también lo crea. Y es que la gente en ocasiones necesita desprenderse de la realidad”, anota Padovani, quien se inició como cuentacuentos en la década del setenta. “Siempre fui lectora y amante del teatro.
Por tradición familiar e interés personal me conecté desde pequeña con el arte mediante la música y al desempeñarme como profesora desarrollé la habilidad de contar, que luego llevé a los escenarios”, refiere.

La narradora –que para entonces ostentaba el título de psicóloga y trabajaba como tal– también estudió teatro, pero no hizo carrera como actriz porque contar cuentos “me permitía tener libertad”, dice. Pese a poseer un talento innato, Padovani viajó a Francia para realizar talleres y contactarse con narradores. Lo hizo para legitimar lo que hacía por intuición. “Como partí del esquema del teatro dudaba en que si para contar historias requería de escenografía”.

En Europa, Padovani corroboró que el contar cuentos tiene mucho que ver con el teatro, pues se trata de representar en el escenario aquello que no es visible; es el artista quien lo vive y transmite al público. “Me interesan los cuentos donde se mueven las emociones. Por eso me gustan las historias de terror, amor y humor”.

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Padovani señala que para contar  cuentos de terror se tiene que trabajar con el ritmo y el suspenso, a fin de proporcionar una adecuada información al público y pueda, con las pistas que se le da, componer en su cabeza toda la historia”. Lo importante de contar cuentos es el rescate de la tradición y de historias propias de cada pueblo, expresa Padovani. De su país revive relatos del campo. “Argentina se formó de inmigrantes y no tiene las raíces que poseen otras regiones donde sus historias tienen mayor arraigo popular”. 

Padovani no es escritora, pero para recrear sus historias realiza adaptaciones de varios autores. No tiene preferencias, aunque admite que unos son más fáciles de adaptar que otros. A su regreso a Argentina montará un espectáculo con textos de Cortázar “con quien me identifico por su juego con las palabras”.

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Notas

Taller
Desde el pasado miércoles, Ana Padovani dicta en el centro cultural Sarao un taller de narración oral.

Libro
La narradora argentina es autora del libro Contar cuentos desde la práctica hacia la teoría, editado por Paidós. “No soy escritora, el mío es un texto en el que trato de conceptualizar el contar cuentos a través de la práctica”.

Espacios que se pierden
La sobremesa es, según Padovani, una práctica que se ha perdido y que permitía a abuelos, padres, tíos y abuelos contar las historias de sus familias y antepasados.

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