Conversando con alguien cercano al mundo de las finanzas públicas, me decía que en nuestro  país  no  se  puede usar dinero de créditos externos para capacitación porque de acuerdo a la ley solo se puede utilizar para infraestructura.

Quizás esto es aceptable cuando se trata de carreteras, por ejemplo. Pero resulta incompleto cuando se refiere a otros sectores como salud y educación. Es evidente que en el país hay que construir hospitales y centros de salud, así como escuelas y colegios, y que unos y otros requieren equipamiento. Pero es evidente, también, que solo edificios o solo equipos no contribuyen a solucionar los problemas de atención a la salud y de una educación de calidad.

Por cierto, hay ejemplos en el país de hospitales que se construyeron y permanecieron vacíos mucho tiempo y de laboratorios que se adquirieron para algunos colegios y nunca se usaron.

Este artículo no es una defensa de los préstamos para educación, salud y capacitación en general, el tema es más vale un pretexto para plantear elementos para una reflexión acerca de prioridades para la sociedad y el desarrollo.

En educación, la mejor inversión es la que se hace en capacitación de los maestros, pues es la única manera de asegurar un beneficio en el futuro.

Por supuesto, es importante que los niños y los jóvenes tengan locales escolares agradables y limpios en los cuales desarrollar sus actividades, pero más importante aún, es que tengan maestros que entiendan claramente su quehacer, los objetivos de su profesión y quién es el sujeto y destino de su trabajo. Los verdaderos maestros saben, entre otras cosas, superar las adversidades, cuidar los bienes escolares y trabajar con la comunidad para mantenerlos.

Aunque en el diccionario de la lengua española no son claras las diferencias entre gasto e inversión, a veces se entiende que el gasto es lo que no produce ganancias y que la inversión sí. Aún así, es obvio que en educación, lo que permite esperar una ganancia es que el proceso educativo sea adecuado y esto no es posible sin maestros bien preparados.

Un país que realmente piensa en el futuro define muy bien sus prioridades y, entre ellas, la capacitación debe tener el primer lugar, en el campo de la educación, por supuesto, pero también en los demás.