El sábado por la noche, la televisión Al Jazira difundió breves imágenes en las que aparecen los dos periodistas anunciando que están retenidos como rehenes por el grupo "Ejército islámico en Irak". Se trata de Christian Chesnot, colaborador de Radio France y Radio Francia Internacional (RFI); y Georges Malbrunot, enviado especial de los diarios Le Figaro y Ouest-France.
 
A cambio de la liberación de los comunicadores, el grupo islamista dio un plazo de 48 horas al gobierno francés para que suprima la ley sobre el velo islámico que prohíbe el uso de signos religiosos ostensibles en las escuelas públicas. Esta fue aprobada el pasado 17 de mayo y entrará en vigor a partir del 1 de septiembre.
 
Antes de que el texto se publicara en el boletín oficial de educación nacional para su puesta en marcha en 8.000 liceos y 52.000 escuelas primarias francesas, recibió el visto bueno del Consejo superior francés de educación (CSE).
 
El CSE, que reúne a responsables de toda la comunidad educativa  (profesores, padres y alumnos), aprobó el texto por 26 votos a favor y ocho en contra.
 
El texto fue modificado en tres ocasiones y fue objeto de delicadas negociaciones. En palabras del ministro de Educación nacional François Fillon, el proyecto requirió todo "un ejercicio de escritura" para que fuera aprobado por todas las partes.
 
En pocas palabras, la ley prohíbe el uso de tres signos religiosos considerados "ostensibles": el velo islámico que cubra totalmente los cabellos y los hombros de las musulmanas, la kippa o tradicional solideo que llevan los hombres judíos y las "grandes cruces" que lucen algunos cristianos.
 
Quedan permitidos los signos "discretos" y se deja un importante margen de  maniobra a los directores de escuelas y a los propios alumnos.
 
En el texto se especifica que la ley no prohíbe "los accesorios y las vestimentas que podrían usarse por motivos religiosos", pero son utilizados por los alumnos por cultura u otras razones que no entrañan "ninguna significación religiosa".
 
Algunos adversarios de esta ley ya advirtieron de que podría exacerbar las tensiones entre comunidades religiosas en Francia, donde vive la más importante población musulmana de Europa (entre 5 y 7 millones de personas) y la más numerosa población judía (entre 600.000 y 700.000 personas).