Hace más de tres meses el servicio telefónico fue instalado en nuestro apartamento, y tuve que pagar en ese entonces por dos meses de servicio, ¡y vaya qué clase de servicio!

Al no recibir factura el primer mes, debí ir personalmente a pagar a la central, donde se me dijo que al principio tardaría por lo menos tres meses para recibir factura; el segundo mes, llegó la factura en la que se indicaba que estaría vencida el 20 de julio, el día 13 me acerqué al banco para pagar y obtuve un recibo.

El domingo 18, mi servicio estaba mudo, y al llamar desde la oficina de la administración del edificio, una información computarizada decía que el servicio a mi teléfono estaba suspendido por falta de pago; lo escuché yo, el conserje del edificio y otra persona más estaba allí.

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El lunes 19 volví a llamar, y la dama que me atendió confirmó que el teléfono estaba mudo por falta de pago; le di la información sobre mi pago, lo que ella confirmó, y me respondió que el teléfono estaría reconectado al siguiente día. Le indiqué que tenía en mi casa un enfermo de cáncer y que necesitaba el servicio de inmediato.

El problema se solucionó y todo debió quedarse ahí; el caso es que recibí la visita de alguien para hacerme creer que la línea había estado dañada, etcétera, etcétera; luego me llamó un hombre desde Pacifictel, que terminó calificándome de grosera porque le hice ver que no podía tratarme como tonta.

Es una lástima que alguien detrás de un teléfono y de servicio al cliente tenga la arrogancia de llamar grosera a una dama que no se deja embaucar.

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Para cierta gente, la regla de que el cliente siempre tiene la razón y que el cliente es la razón por la cual ellos tienen trabajo, no cuenta. Sería muy bueno para esta compañía, que contrate los servicios del programa Aprendamos, para que mejoren su imagen y calidad de servicio.

Graciela Guerrero de Wakefield
Guayaquil