La televisión nos enseña que no todas las huelgas de médicos son iguales.

Cuando los que se paralizan son los médicos del sector público, es común que el reportero a cargo arranque su nota con las dolorosísimas imágenes de los ancianos, mujeres y niños (la cámara busca siempre a los más enfermos y desvalidos) que esperan por atención médica en las puertas cerradas de los hospitales (aquí la cámara hace una aproximación a la cadena y el candado). Cuando los que se paralizan son los médicos de un hospital que pertenece a una fundación privada (es el caso del hospital León Becerra) no vemos nada de eso. De hecho, ni una palabra nos ha dicho la TV sobre los centenares de niños que esta semana se quedaron sin atención médica debido a la huelga de ese centro de salud. En su lugar, fueron los médicos y enfermeras quienes aparecieron en pantalla, desesperados porque el Gobierno no les envía la plata que les debe, mientras los periodistas argumentaban sobre la justicia de su reclamo.

Este simple cambio de enfoque basta para imprimir un sesgo de diferencia a los dos casos. En el primer ejemplo, los médicos (independientemente de sus razones) son unos irresponsables; en el segundo, unos héroes. ¿Por qué, si ambos son víctimas del mismo sistema mediocre? ¿Será porque los primeros son empleados del Estado y, como tales, participan de la perversa naturaleza que la televisión atribuye a todo lo que le huela a burocracia?

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El hecho es que el apoyo de la televisión a los médicos del León Becerra fue determinante. Sin esa presión pública, quizás el Gobierno no se hubiera movido en la búsqueda de soluciones. Me pregunto si las cosas mejorarían en el sector público de la salud si la televisión concediera ese mismo tratamiento a los médicos del Estado, en lugar de dedicarse a desprestigiarlos cada tanto. Me pregunto si lo que le interesa a la televisión es la salud pública o las fundaciones privadas.