El escritor y periodista colombiano es autor de  ‘Más allá de la noche’. Fue cronista general de diario El Tiempo. También creó y dirigió el programa de televisión  ‘Enviado especial’.

Todo comenzó  con un chisme. Un chisme que se tornó en una gran historia. Una gran historia que se convirtió en otro gran libro del periodista colombiano Germán Castro Caycedo.

Germán está en el Ecuador y habló con EL UNIVERSO de Más allá de la noche.

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Pregunta: ¿Cómo surgió la historia?
Respuesta: Noelia, una señora que va a mi casa a planchar la ropa, me dijo que en la calle donde ella vive hay un campesino que tiene un nieto que es soldado y que se trajo a una muchacha. “Pero me dijeron que esa muchacha es guerrillera”, añadió Noelia. Entonces fui. Al principio él no quiso hablar conmigo, pero su abuelo (que me había visto en televisión) lo convenció con el argumento de que yo era buena gente. El soldado, poco a poco, se fue abriendo. Y luego la chica. De allí fue saliendo la historia.

P: ¿Eso demuestra que en el periodismo cuenta el azar?
R: El azar. Y el olfato. Porque hasta la cuarta entrevista con ellos dos, ella casi no hablaba. Sufría todavía la psicosis de guerra, tenía miedo a que la descubrieran porque es una desertora que se enamoró de un soldado, su enemigo. Fueron a vivir a Bogotá. Ella, hasta entonces, no había conocido una ciudad, solo la selva y la guerrilla.

P: Pero luego habló, ¿no?
R: Lo que me dio el primer campanazo fue lo que me contestó cuando le pregunté Eloísa, ¿cómo te escapaste de la guerra y de la selva? Ella me quedó mirando y dijo: “En un descuido de la muerte”. La oí y pensé “una persona que es capaz de decir eso tiene una historia”.

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P: ¿Al entrevistarla durante tantas horas se estableció entre ustedes una amistad?
R: Muy intensa, porque el soldado volvió a la guerra y yo seguí yendo a la casa del abuelo para hablar con Eloísa, a quien hice 36 entrevistas de tres horas cada una. Y entonces un día, hurgando en su pasado, me dijo: “Yo me pinto los labios como una máscara para tapar mi tristeza”. ¡Ese es el personaje que todos andamos buscando!

P:
¿Recorrió con ella los sitios donde vivió en la selva?
R: No pude ir con ella, porque la guerrilla la buscaba para matarla por desertora. Pero fui a su pueblo en guerra.

P: Ella nació, creció ahí. ¿Cómo es ahora?
R: Es una mujer de 24 años. Hasta los 19 no había tomado un libro en sus manos. Ahora dice “mi amante inmortal es Baudelaire”. Y dice que La noche, de Jairo Aníbal Niño, es una caja de cartón llena de estrellas. ¡Es que yo me erizaba al oír eso!

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P: Y los boleros de Patricia González que le cambiaron la vida...
R: Claro. A Eloísa le gustaban solo las rancheras prohibidas, los corridos de narcotráfico y guerrilla, pero cuando escuchó el primer bolero de Patricia González se metió en la música romántica. Es todo un proceso de evolución marcado por cosas sencillas. Se aprende los boleros que cree que tienen que ver con su vida. Lo mismo hace con los poemas. Lleva cuatro años yendo todos los días a las bibliotecas.

P: ¿La relación de Eloísa con su enemigo, un soldado, vuelve al libro un testimonio esperanzado y desesperanzado al mismo tiempo?
R: Sí. Cuando comencé las entrevistas yo dije: “Voy a encontrar las dos caras de la guerra”. Pero al avanzar vi que nuestra guerra no tiene más que una cara. Hallé que la materia prima de nuestra guerra es el hambre y el abandono del Estado. Los guerrilleros y los soldados son los mismos, con los mismos problemas, la misma vida, el mismo entorno.
P: ¿Cómo reaccionó Eloísa cuando leyó el libro?
R: Me llamó y me dijo: “Nos quedamos cortos”. Y yo sé que me quedé corto porque, cuando llegamos a la entrevista número 36, me dijeron ya no más porque nos vamos, nos vamos a perder porque a mí me está buscando el Ejército y a ella le está buscando la guerrilla. Y es que él se encontró una fortuna de 370 mil dólares enterrada en la selva dentro de una caneca, y les entró el miedo de que en el barrio los secuestraran. Ahí terminaron mis entrevistas.

P: ¿Pero habla a veces con ella?
R: Me llama cada mes y hablamos largamente del libro. Me pregunta sobre las técnicas que empleé para escribirlo. ¡Qué lástima no poderla ver, porque sigue por ahí escondida!

P: ¿Para proteger a los protagonistas cambió sus nombres?
R: El nombre de él. El de ella no, porque me dijo: “Yo no quiero que me cambie el nombre. Yo soy Eloísa”. Ella está llena de dignidad, esa dignidad que es la que le falta a Colombia.

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P: ¿Cómo tomaron en Colombia el libro?
R: Creo que ha gustado porque a través de este par de seres surge el país, con sus malos manejos, su mala administración. Y surge la guerra. Una guerra entre muertos de hambre, con una cúpulas de bandidos en todas las facciones.