Según un reportaje transmitido este domingo en el programa de opinión   ‘Justicia para todos’, de TC, la “manipulación” de los resultados del referéndum venezolano “ha preocupado a los observadores del Centro Carter a la cabeza la OEA, que consideraban, en primera instancia, que existió transparencia en la votación”. ¿Qué se entiende? Que los observadores cambiaron de opinión.
Sin embargo, no fue así. El último informe del Centro Carter, publicado el sábado (24 horas antes de la transmisión de este reportaje), concluye que “los resultados de la votación reflejan la voluntad del pueblo”.

Me pregunto qué motivos puede tener un programa para distorsionar la verdad de esta manera. Se me ocurren dos posibilidades. La primera es la negligencia profesional, es decir, la omisión de procedimientos básicos del oficio periodístico, como acudir a las fuentes y contrastar versiones. La segunda razón posible es  que exista una consigna editorial.

¿Cuál de estas atribuir a ‘Justicia para todos’? Cuando escucho a María Belén Loor, la conductora, cuyas preguntas revelan su desconocimiento sobre los pormenores noticiosos del tema, me tienta pensar que se trata de la primera. Pero cuando habla Édgar Terán, el analista estrella del programa, y confunde la opinión y el análisis de procesos noticiosos con la trasnochada manipulación ideológica, me siento inclinado por la segunda.

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Terán habla del avance del comunismo como si acabáramos de pasar por la crisis de los misiles. Y pone la información al servicio de su interpretación, y no al revés, tal como en los viejos discursos ideológicos de la Guerra Fría. Si los datos no le cuadran, los acomoda. Habla, por ejemplo, de “las masacres del último domingo” en Venezuela, masacres que “la prensa oculta y disimula” pero él conoce, pues ha visto “fotos macabras de lo que ocurrió”. ¿Dónde están esas fotos? A la cadena Globovisión le encantaría saberlo.