Concepción Anango, de 68 años, oriunda del barrio La Tola Chica de Tumbaco (al nororiente de la capital), murió luego de ser atacada por tres perros de raza rottweiler, mientras que en el sector de Sangolquí (suroriente) Diego Oña, de 8 años, resultó herido de gravedad después de ser atacado por otros dos perros de la misma raza.

El ataque a Concepción Anango se produjo el domingo pasado, a las 17h00, en el momento en que regresaba a su casa luego de comprar víveres. Allí fue cuando tres perros de la quinta de propiedad de Rita Victoria Vivas Cárdenas se avalanzaron hacia ella y la mordieron hasta provocarle la muerte.

Al tener conocimiento del hecho, los moradores del barrio exigieron a la Policía la eliminación de los perros, lo cual fue posible luego de la autorización de uno de los familiares de la propietaria de la quinta. La muerte de los perros se produjo en presencia del teniente Político de Tumbaco, Luis Plasencia.

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La anciana vivía con sus dos hijas y un yerno, y según explicó una de sus vecinas, María Teresa Colunga, sufría un ligero problema de salud mental.

Después de los exámenes realizados ayer en el departamento médico legal de la Policía, el cuerpo de Concepción Anango será enterrado hoy en Tumbaco.

Entre tanto, Diego Oña, la segunda víctima de otros dos perros de la misma raza, recibe tratamiento médico en el hospital de niños Baca Ortiz.

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María Pallo y Víctor Oña, padres del menor, dejaron a su hijo en la propiedad de Mariana Maldonado, donde trabajan en labores domésticas.

Allí, los dos animales atacaron al niño hasta causarle heridas graves en el tórax, cabeza, donde quedaron al descubierto los huesos de las regiones frontal y occipital; el rostro y las orejas, una de las cuales perdió definitivamente.

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La propietaria de los perros solventó los gastos de atención médica al menor, informaron los padres.

El Rottweiler es un perro robusto, fuerte y ágil, pero que sin un adiestramiento adecuado desarrolla su instinto nervioso de pelea y agresividad.

El origen de estos canes es alemán y se remonta a la época medieval, en la que los habitantes de la ciudad de Rottweil confiaban a estos perros el cuidado de sus ganados e incluso de sus vidas.

 

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