Dos extrañas especies de gusanos, nunca vistos antes, que no tienen ojos ni estómago ni boca, habitan en los huesos de ballenas muertas halladas en la bahía de Monterey, en el estado de California. 
 
"¿Quién sabe las enseñanzas que nos dejará esto ", comentó el investigador Robert Vrijenhoek.  "Quedan muchas cosas por descubrirse en este mundo. Algunas las hallamos por accidente... y otros cuando buscamos en lugares casi inexplorados, tal como sucede a menudo en nuestro trabajo en la profundidad de los océanos". 
 
En este caso fue una mezcla de ambos factores porque el inesperado descubrimiento tuvo lugar a unos 2.820 metros de profundidad. 
 
El director del equipo de investigadores Greg Rouse, del Museo Australiano del Sur, agregó que "la exploración submarina a profundidad sigue deparando más novedades biológicas, tales como este sorprendente gusano". 
 
Vrijenhoek, del Instituto de Investigaciones del Acuario de la Bahía de Monterey, en Moss Landing, California, dijo que los invertebrados, de 2,5 a 6,3 centímetros de largo, tienen una especie de plumas coloridas a modo de agallas y   raíces verdes que penetran los huesos de las ballenas muertas. Las bacterias que habitan en los gusanos digieren las grasas y aceites óseos de esos cetáceos. 
 
Los investigadores denominaron a los gusanos con un nuevo género, Osedax, que en latín significa comehuesos. La revista Science informa sobre el hallazgo.
 
"Los gusanos brindan la oportunidad de ver cómo funciona el ciclo de carbono que llega al fondo del océano. Una ballena muerta elimina el equivalente a 2.000 años de nieve marina que se precipita al fondo del océano... donde el carbono se fija a moléculas orgánicas", indicó Vrijenhoek. La nieve marina está compuesta por trozos de pescado muerto y otras sustancias que forman el sedimento del lecho marino, que alimenta a muchas criaturas. 
 
Agregó que los   gusanos convierten los lípidos del hueso de la ballena en huevos y larvas que se desprenden de la carcasa para producir nuevos gusanos, o para ser devorados y dispersados por otros animales. Este descubrimiento contribuye a agregar nuevos elementos al limitado conocimiento que tenemos sobre lo que sucede con el carbono orgánico en el fondo del océano. 
 
Los gusanos que se alimentan del hueso de la ballena son las hembras.
 
"Inicialmente nos preguntábamos por qué todos los gusanos eran hembras", dijo Vrijenhoek en una entrevista telefónica. Señaló que Rouse llevó algunos gusanos a su laboratorio a fin de estudiarlos, y descubrió diminutos gusanos machos que habitaban en el interior de las hembras. 
 
Dentro de cada hembra había de 50 a 100 machos, precisó Vrijenhoek. 
 
Los machos seguían conteniendo fragmentos de yema de huevo, como si nunca hubieran superado su estado anterior de larva, pero también contenían gran cantidad de esperma. 
 
Entretanto los gusanos hembras, al margen de su tamaño, estaban colmados de huevos, indicaron los investigadores.
 
"Esos gusanos parecían ser el equivalente ecológico del diente de león, una especie de hierba que crece rápidamente y se dispersa por todas partes", señaló Vrijenhoek. 
 
Indicó que una carcasa de ballena puede durar varias décadas antes de quedar completamente consumida. Esos restos suelen hallarse a lo largo de la ruta migratorias de modo que los huevos dispersos de un gusano puedan hallar otra carcasa cerca. 
 
Inicialmente los investigadores --que en realidad estudiaban la ecología de las almejas-- no pudieron determinar qué clase de criatura habían encontrado.
 
"No tenían boca, ni entrañas, ni segmentos reconocibles en los gusanos", dijo Vrijenhoek. Parecían versiones en miniatura de los gusanos extraños descubiertos en las fosas hidrotermales oceánicas. Éstas son grietas que se han abierto en el lecho oceánico por donde se filtran burbujas de agua hirviente de la corteza terrestre. 
 
Fue entonces cuando el equipo extrajo muestras de ADN de los nuevos gusanos y descubrió que éstos en realidad estaban relacionados con los gigantescos gusanos de las grietas. Estos últimos tienen colonias de bacterias que les permiten vivir del sulfuro que emerge de las grietas, mientras que los nuevos gusanos tienen bacterias que digieren las grasas óseas. 
 
Los nuevos gusanos fueron divididos en dos especies, y los investigadores concluyeron que el más reciente antepasado común vivió por lo menos hace 42 millones de años, posiblemente al mismo tiempo que las ballenas comenzaban a evolucionar. 
 
Los científicos nombraron a los dos tipos de Osedax, "rubiplumus" por su agallas plumosas rojas y "frankpressi" en honor de Frank Press, un ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias, quien recientemente se jubiló de la junta del Instituto de Investigación. 
 
Los gusanos fueron hallados con un submarino a control remoto que descubrió la carcasa de la ballena. 
 
La quijada estaba cubierta por una "bella alfombra roja", recuerda Vrijenhoek. No fue sorpresa porque muchos gusanos marinos son rojos, agregó, pero cuando extrajeron los huesos a la superficie se percataron de que estaban ante algo totalmente distinto. 
 
La investigación fue financiada por la Fundación David y Lucille Packard, la Fundación Nacional de Ciencias y el Museo del Australiano del Sur.