Los enfoques de la seguridad hemisférica han sido discutidos por expertos internacionales convocados por la Flacso, con la finalidad de aportar con ideas desde la sociedad civil y la academia al Ministerio de Defensa, para la próxima VI Conferencia de Ministros de Defensa que se realizará en Quito.

Este tipo de reuniones se han constituido en un importante foro de discusión de los temas relacionados con la defensa, así como de análisis de las formas en que se puede aportar a la democracia y la seguridad del hemisferio.

Por esta razón, la Carta Democrática Interamericana firmada en Lima en el año 2001, al igual que la Carta de la Seguridad Interamericana, ratificada en Quito en la 36ª Asamblea de la OEA, se refieren a la estabilidad y a la paz como los recursos previos del bienestar y el progreso.

La seguridad en su nuevo concepto multidimensional es una resultante precisamente de la interdependencia compleja de la que habla Keohane, en la que reconoce la participación de nuevos y variados actores que se interrelacionan con la finalidad de conformar redes que den soluciones multidireccionales y polifacéticas a los problemas de la actualidad.

El poder se emplea dentro de esa misma diversidad, con lo cual la respuesta militar se reduce en importancia, no desaparece, pero no es prioritaria. Por esta razón, en medio del realismo en el que se mueven los estados de carácter hobbesiano, parece ser que el mundo está optando por un viraje estratégico, hacia una cultura kantiana según la teoría social de Wendt, mediante la cual la masa crítica de los estados comienzan a posicionarse como amigos, antes que como rivales, para a base de una autolimitación externa, interdependencia y mecanismos preventivos asegurar la solución pacífica de los conflictos.

Esta aproximación interpretativa de la realidad actual, no significa  que hayan desaparecido los problemas de seguridad interestatal, ni que su discusión los solucione, pero sí constituye un valioso aporte para comprender la problemática, para obtener una conciencia de la responsabilidad y una voluntad cooperativa para la búsqueda de soluciones.

La defensa sigue a una política procesada democráticamente y determinada por la autoridad gubernamental; de su adecuada implementación es de donde debe salir la transformación institucional que responda a las demandas sociales.

De esta política pública de defensa deben deducirse las estrategias coordinadas y planes de acción integrados, con los otros sectores gubernamentales e institucionales para afrontar con eficacia nuevas amenazas y otros desafíos hemisféricos.

A partir de esta misma política pública de seguridad deberá obtenerse a nivel subregional la Política Común de Seguridad Andina que permita coordinar acciones ante amenazas reticulares, transnacionales, no estatales, si es que se quiere, con voluntad política, obtener una acción coordinada que proteja a la sociedad y a los intereses de la región.