Con un poco de agua, una opción era la manzanilla y el calor de su humilde familia, doña María Pañi dijo que mitigaría la ansiedad y nervios por ver a su hijo Jaime Rolando Saquipay, quien debe competir hoy (01h00) en los 20 kilómetros marcha en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Ayer, la progenitora del marchista cuencano frotaba sus manos, sus pies los movía hacia adelante y atrás, parecía que había regresado a su época juvenil. Tenía ansiedad y denotaba cierta timidez al conversar.

Fue un día diferente, estuvo en la escuela Nicolás Sojos para la entrega de la libreta de su hijo menor, Mauricio (8) y también la ceremonia de cierre de clases en Cuenca. Pero antes, a las 08h00, ella acudió a la iglesia de Santo Domingo. “Solo me encomiendo en Dios. Él es que me hace las cosas para pedirle por Rolando, que venga sano y bueno, gane o no, que venga bien”, contó.

Publicidad

Aún sus mejillas no han sentido el rodar de las lágrimas por alguna victoria grande de su hijo, dice ser fuerte, pero no sabe hasta dónde. A doña María no le interesan tanto las competencias de marcha, solo desea que Rolando nunca se separe de su hogar.

Dijo no haber preparado nada especial para observar la competencia de la madrugada; la casa de su hermano José Pañi sería el lugar de reunión. El esfuerzo sería doble, doña María está acostumbrada a dormir a las 21h00, “hago todo por mi hijo”.

Su visible optimismo decayó por un momento cuando recordó que desde que Rolando (Saquipay) partió hacia Atenas, Grecia, no ha recibido una llamada telefónica de él. “La comunicación allá es difícil, por eso Rolando no me ha podido llamar, pero soy muy creyente y él estará muy bien”.

Publicidad

“No hay almuerzo todavía y tampoco merienda. Mejor me voy a pasear un rato y a ver qué pasa más tarde”, dijo antes de la competencia doña María, mientras salía de la escuela Nicolás Sojos, junto a sus hijos Mauricio y Lourdes, de 14 años, bajo una leve llovizna. Así vivió la madre del marchista Saquipay los momentos previos a la competencia, en un ambiente normal, humilde y sincero, donde lo más importante que una victoria, es tener de regreso al hijo mayor de un hogar que mantiene la unión familiar.

La señora, que trabaja en un mercado vendiendo verduras, es el principal respaldo de Jaime Rolando. El padre de la familia, Abelardo, es un migrante que vive en Estados Unidos. Claro, adonde partió con su hija Norma Saquipay. Ambos dejaron Cuenca hace más de dos años en busca de empleo.