Ahí está el excelentísimo señor Presidente de la República en un extenso recorrido por todos los rincones del país para demostrar que, por fin, aprendió a gobernar. En su incesante tránsito exhibe su magna obra, realizada a lo largo de sus casi dos años de mandato.

Ahí está el excelentísimo señor presidente de la República mostrando cómo ha logrado dar prioridad a la obra pública para satisfacer las necesidades básicas de la población. Por eso, ha construido una buena cantidad de piscinas en pueblos que no tienen agua potable ya que, según su fino olfato de estadista, es más beneficioso para la salud que el ciudadano pueda nadar antes que beber agua pura.

Ahí está el excelentísimo señor presidente de la República paseando con su séquito de áulicos para demostrar cómo, con su magnánimo corazón, vela por el bienestar de la niñez y ha levantado enormes estructuras para techar las canchas de básquet de unas destartaladas escuelas que carecen de pupitres y pizarrones, y cuyos servicios higiénicos no son sino pestilentes cloacas.

Ahí está el excelentísimo señor Presidente de la República en su ardua tarea de sembrar unos enormes letreros que dan razón que su labor no se detiene y que, gracias a ella, el país se está transformando.

Ahí está el excelentísimo señor Presidente de la República gobernando a través de sus discursos en que, con su palabra certera, ilumina: “Hay políticos que se mojan los pantalones cuando escuchan del posible regreso de Bucaram al Ecuador”, ha dicho en uno de esos arranques de lucidez que le son tan propios. ¡Eso es lo que todos necesitábamos escuchar del Presidente para clarificar nuestro futuro! Solo falta que en una próxima, ardiente, vibrante alocución, dé cifras precisas de los centímetros cúbicos que cada uno de esos políticos evacua según su mayor o menor capacidad mingitoria, lo cual contribuirá a modificar su imagen frente a un electorado que a sus líderes los prefiere secos.

Y es que el excelentísimo señor Presidente de la República guía, anticipa, orienta. Pero, sobre todo, construye.

Calumnian los falsarios que acusan al excelentísimo señor Presidente de la República de pretender apuntalar a su partido, el de la Sociedad Patriótica, y evitar su sepultura en las próximas elecciones.

Mienten los insensatos que recogen como actitud proselitista sus giras por todas las provincias.

Aunque coincidan los tiempos con los de la campaña electoral, el excelentísimo señor Presidente de la República está ejerciendo sus labores de la única manera en que sabe hacerlo: con letreros, obras de relumbrón y discursos vitoreados por los sargentones que lo acompañan y su largo séquito de familiares enquistados en el poder.