Por práctica iniciada diez años atrás, el feriado del 10 de agosto del 2004, en conmemoración del acontecimiento histórico de l809, primer grito de independencia, fue cambiado al viernes l3 de agosto. Ya no es de conmemoración histórica sino de significación comercial y vacacional.

Fijé mis prioridades el día –más allá de lo familiar– iniciándolo con la lectura de los diarios, la mayor parte de noticias de carácter político, asaltos express y crónica roja. Entre otras:

El reemplazo de Leonardo Bohrer por Fausto Mantilla en la Corporación Eléctrica de Guayaquil, decisión del Conelec-Gobierno central. El saliente, desde la campaña de segunda vuelta, cercano al presidente Gutiérrez, y cuñado del alcalde Nebot, habiendo siempre aclarado este último su ninguna injerencia en el nombramiento por el Conelec. La Corporación fue creada por demanda de la Municipalidad, otras organizaciones de Guayaquil y la AGD principal acreedora de Emelec–, recuérdese la contradicción de entonces entre Wilma Salgado y Bolívar González apoyando a la nueva corporación y Miguel Lluco defendiendo la subsistencia de Emelec. ¿Por qué “le dieron aceptando” la renuncia a Bohrer, aparentemente ofrecida, pero no presentada antes que se la anuncie? ¿Solo por reemplazarlo con el hermano del ex gobernador y candidato a Alcalde? ¿Confiables las explicaciones? Ojalá no sean mentirosas. Un gobierno debe trabajar con quienes conoce y confía, pero para que todo no termine de ser un gran cuento, se requiere administración profesional y eficiencia.

El no retorno de Abdalá Bucaram, antes anunciado, mientras no tenga garantía del Gobierno de que no lo detendrían. Solo para recordar la historia: en la dictadura fascista de l963-l967, Carlos Julio Arosemena y Assad Bucaram defendieron sus derechos desde la clandestinidad, el segundo fue detenido y enviado al panóptico y liberado cuando falleció su último hijo; luego Assad en el gobierno velasquista, 1971, expulsado del país, retornó y fue capturado, para nuevamente enviarlo al exterior. Actores y tiempos diferentes.

Después de esas noticias, visité al padre Emilio Monedero, en la Clínica Alcívar, quien días atrás sufrió un grave accidente de tránsito, regresando de Cerecita a Guayaquil, luego de una  intensa jornada de trabajo, cual era –y volverá a ser– su costumbre. Admiro profundamente a los religiosos que no solo prometen la vida eterna después de la muerte, sino que cumplen el mandato de ver en el prójimo a Cristo y compartir con él, y en colectivo, sus angustias, esfuerzos, esperanzas y alegrías. Solo por hablar de Guayaquil, en que el ejemplo lo tenemos en Pepe Gómez Izquierdo, Monedero es uno de ellos, español con corazón ecuatoriano, como Ignacio Rueda, José Cifuentes, Juan Ignacio Varas, los sectores de ingresos medios y altos les abrieron sus puertas, pero su sacerdocio humano lo sienten realizado cuando lo comparten con los empobrecidos, por las desigualdades sociales y económicas.

En la noche, la televisión retornó con las noticias. Una menciono. El presidente Gutiérrez, en el entorno de críticas a los cercanos a Febres-Cordero y refiriéndose al anunciado retorno de Bucaram, expresó que a él no se le mojaban los pantalones, ¿qué habrá querido decir?