Dos periodistas que conocieron de cerca al alto comisario para los Derechos Humanos de la ONU Sergio Vieira de Mello, han publicado un libro sobre su brillante trayectoria, truncada hace un año por un atentado en Bagdad, en lo que hoy calificaron como una forma de "luchar contra el olvido".
 
La francesa Annick Stevenson, actual portavoz de la ONU de esa alta comisaría, y el británico-canadiense George Gordon-Lennox, que ocupó varios cargos de responsabilidad en ella, presentaron en Ginebra el libro escrito al alimón y publicado bajo el título de "Sergio Vieira de Mello: un hombre excepcional" por la editorial independiente suiza Editions du Tricorne.
 
La obra, de 144 páginas, publicada en dos versiones - inglesa y francesa- y profusamente ilustrada con fotografías de los lugares de diversas partes del mundo, desde Timor Oriental hasta el Líbano, pasando por Kosovo o los Grandes Lagos africanos, donde Vieira de Mello ejerció su labor, retrata al diplomático brasileño a través de recuerdos y testimonios de quienes trabajaron con él.
 
Fueron muchos quienes se sintieron impresionados por su personalidad, mezcla de espíritu rebelde que "no se muerde la lengua", como hoy le describió uno de los autores, y de funcionario internacional escrupulosamente consciente de su deber, lo que le llevó a aceptar el mandato iraquí que le encomendó el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y que sellaría para siempre su destino.
 
Era un mandato por solo cuatro meses, una "misión imposible" como representante personal de Annan en un Iraq en el que las potencias ocupantes, Estados Unidos y Gran Bretaña, campaban por sus respetos, según el propio Vieira de Mello iba a denunciar a los administradores de ambos países, a la sazón Paul Bremer y John Sawyers.
 
Vieira de Mello, siempre atento a las sensibilidades locales, no ocultó su enojo por el tratamiento de los presos, las condiciones de detención y lo que uno de sus colaboradores más cercanos, Ghassan Salamé, calificaría en una entrevista concedida a un semanario francés de "ineficacia en la paz" de quienes habían mostrado tanta eficacia en la guerra.
 
Mario Vargas Llosa preguntó a Vieira de Mello cómo había aceptado ir a Bagdad en aquellas circunstancias, y el diplomático le contestó con amplia sonrisa, según recordaría el novelista peruano en un artículo publicado poco después de la muerte del diplomático: "Porque no he encontrado buenos argumentos para oponerme".
 
El atentado del 19 de agosto contra la sede de la ONU en Bagdad, que costó la vida a Vieira de Mello, entre otras veintiuna personas de distintas nacionalidades, supuso una especie de "pérdida de inocencia" para la organización, según reconoció el propio Annan, un suceso que hizo a la ONU cambiar la forma de ver el mundo, pero también de verse a sí misma.
 
Según los autores del libro, aquel atentado plantea toda una serie de interrogantes que no han sido esclarecidos hasta ahora y del que el más importante es el de quien quiso matar al diplomático brasileño.
 
Todos cuantos se encontraban en aquel momento en el lugar de los hechos y quienes han participado después en las investigaciones, están convencidos de que Vieira de Mello era efectivamente el blanco de los asesinos.
 
La obra presentada hoy a la prensa no es un trabajo de investigación, que queda para otros, pero tampoco una biografía en el sentido de las que bucean en la vida privada de un personaje en busca de anécdotas privadas. Es el retrato de un personaje público cuya labor en el terreno humanitario puede servir de ejemplo e inspiración a las jóvenes generaciones.
 
Los autores han renunciado a cualquier remuneración o a derechos de autor por su trabajo, y el dinero que se obtenga de la venta de ejemplares o de futuras ediciones en otras lenguas se destinará, según anunció el editor, a un fondo en beneficio de los niños de Iraq como le hubiese gustado a Vieira de Mello, según explicaron.