Me dirigía a mi trabajo –vivo en Durán y acostumbro a tomar taxirrutas– tres de estos vehículos pasaron llenos, y me preocupó llegar tarde, entonces apareció una furgoneta que fungía como taxirruta y la abordé junto a otras nueve personas.

Al llegar al puente de la Unidad Nacional un vigilante nos paró y comunicó que nos bajáramos, pues el carro iba detenido; eso provocó la ira de los pasajeros que empezaron a insultar al vigilante y acusarlo de corrupto.

Yo me preguntaba ¿acaso nosotros los pasajeros no generamos la corrupción al embarcarnos en un taxi pirata? Es fácil insultar, decir que tal o cual es corrupto, pero qué difícil es aceptar que nosotros algunas veces iniciamos la corrupción. El cambio debe empezar por nosotros. 

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Alex Quito C.
Durán