Zbigniew Tokarz, propietario de la pequeña empresa Tecnologías Ecológicas de esta localidad, fabrica combustible a partir de envases de yogur, bolsas de plástico y otros desperdicios sintéticos.

En Alemania y Japón funcionan máquinas similares, pero la instalación del ingeniero polaco es menos complicada y más barata porque no requiere aplicar altas presiones.

“Mi tecnología ha prescindido totalmente de las altas presiones indispensables en otros procedimientos para conseguir que el plástico se funda y se convierta en líquido”, explicó Tokarz.

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Esa innovación ha reducido de manera radical la amenaza de averías peligrosas, como las explosiones provocadas por las altas presiones, así como el coste de su fabricación y explotación. “Cierto día me pasó por la mente que podríamos vivir en un mundo mucho mejor y más agradable si lográsemos aprovechar la basura que generamos y que degrada el ambiente natural”, dijo Tokarz.