La carencia de cualquiera de estos dos servicios no solo es incómoda sino que además conlleva insalubridad. Lamentablemente, Guayaquil está retrasada en contar con los mismos. Se esperaba que la participación de una concesionaria extranjera contribuiría a resolver el problema, pero por alguna razón sus planes de expansión no han tenido la celeridad que la ciudadanía esperaba.

Afortunadamente, la solicitud de los sectores que protestaron estos días fue acogida y los encargados anunciaron que en los próximos meses comenzarán las obras que se demandan. ¿Pero, por qué había que hacer esperar por un servicio que además de necesario es viable?

La señal que se envía con esto a la ciudadanía es que sí hay cómo atender estos requerimientos, pero que para lograr una respuesta hace falta recurrir a paros y cierres de vías, porque solo así los ciudadanos con necesidades en común consiguen que se los atienda, como ya ocurrió antes con los jubilados, con los jipijapenses, y en general con varios sectores marginales. Lo que nos preocupa es que este mecanismo se esté convirtiendo en norma.