‘Viejo Napo’ y algunos de sus amigos más cercanos reconocen que este es su mejor momento, por eso desea aprovechar para realizar su trabajo más importante.

Con él no valen  las cuestiones lamparosas, el brillo, las apariencias, nada de eso quiere. Sobre todo es la música lo que verdaderamente le apasiona, pero si es son, es mucho mejor. Cuando se refiere a este tema lo deja muy claro. “Yo he venido a traer el son a Guayaquil”. Esta ciudad salsera a la que muchos llaman el último puerto del Caribe, es el lugar que Héctor Napolitano ama, y es a ella a la que honra con la canción Guajira a Guayaquil.

Un tema con una buena descarga de son que no hace más que confirmar lo que dice Viejo Napo. En el último disco de este autor: Cangrejo criminal, que Napolitano manifiesta fue hecho a la “cañona”, viene acompañado de otras doce canciones donde predominan los ritmos tropicales.

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Junto a su pana Juan Xavier Borja (46), realizador del documental Napo y la guitarra, que se estrenó el 6 de agosto en MAAC Cine, comparte que música e imagen, en este caso van “juntitos de la mano”, porque el video está repleto de lo que más le gusta a Napo.

En un diálogo muy informal, repleto de chacota, risas y también algo de seriedad, dijeron que a ellos no les cabe la nota solemne, ni los mensajes para nadie. Ellos están por el dato del arte, aportando cada uno con su conocimiento para que el producto de ambos sea algo que provoque orgullo de ser guayaquileño primero, y por supuesto ecuatoriano.

Que el mundo conozca y se entere que en esta parte del planeta también existe talento, y que solo la falta de difusión impide que el resto del mundo participe mejor del producto ecuatoriano.

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Siempre fresco
Para ellos es importante la frescura y la tranquilidad. La fama y las posturas de distancias no caben en el trabajo creativo. El barrio, la esquina, los panas siguen siendo trascendentes, pese a que ahora Napolitano se ha vuelto un tipo demasiado popular.

Al caminar por las calles guayaquileñas, refiere Napo, tiene que detenerse constantemente para saludar a todos. Da lo mismo juguero que intelectual. La fama viene con todo eso, pero siempre hay que saber por donde se camina. No hay que confundirse, por eso es mejor hablar poco.

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En sus palabras, con las cuales en ocasiones se atropella por la emoción de compartir su visión de las cosas, dice: “El encebollado siempre será el encebollado; los artistas no, los artistas comienzan dulce y terminan amargo, o al revés”.

Juan Xavier agrega que uno siempre tiene oportunidad de escoger. “Siempre vemos gente que se ha chamuscado, que se fue con las drogas o con el alcohol. La responsabilidad de una vida mejor está en las manos de cada uno”.

Ahora Napolitano ha tomado la decisión de escoger él mismo. Para Borja está claro que ya no cabe culpar al destino por todo lo vivido. Tanto para él como para Viejo Napo y otros panas, Héctor está en su mejor momento como músico, y eso hay que aprovecharlo, porque al final, lo único que quedará será el trabajo realizado.

El músico reconoce que las cosas ahora funcionan mejor. La época cuando andaba pluto ya se fue, esos tiempos viejos están donde deben estar, en el pasado. Con todo el trabajo del video que produjo 1.600 minutos, de los cuales solo quedaron 60, la realidad es que ahora todo va en serio.

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Por eso cantarle a Guayaquil y al Ecuador es lo que en estos momentos le preocupa. Inundar la ciudad de buena música, no importa que en ella predomine la salsa. Napolitano quiere atacarla con el buen son cubano que su guitarra produce.

Para eso sirve lo que dice el musicólogo César Miguel Rondón, cuando explica la influencia en la cultura popular de soneros como el puertorriqueño Ismael Rivera, recordado como el Sonero mayor. “La forma sonera de Ismael sirvió para representar el matiz de la salsa que a partir de los años 60 arrasaría con la región”.

Eso ya lo entendió Napolitano, por eso con su música tropical y a puro son, quiere decir presente y perdurar en una ciudad que él define como sonera por excelencia.