Determinar el costo actual de cada mueble, pinturas y otros bienes de la iglesia de la orden de los dominicos demandará mucho tiempo y dinero.

No hay un avalúo del precio actual que tienen los bienes que están en el templo Santo Domingo, ubicado junto al barrio Las Peñas, señala Marco Suárez, director regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.

Por ello no se puede hablar de un monto en dólares de la riqueza de esa iglesia patrimonial de la ciudad (son ocho: la catedral, San José, La Victoria, San Francisco, La Merced, Santo Domingo, San Alejo y San Agustín). Hacerlo demandaría mucho tiempo y dinero.

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Rafael Arízaga, director de la oficina de restauración de la universidad de Guayaquil, interesado en realizar un estudio sobre el estado actual de la iglesia y determinar el monto de la restauración, dice que lo primero que se debe hacer es devolverle a cada bien su estado original y trabajar en la restauración para evitar que se continúe deteriorando, para después aproximarse a su valor económico.

Según él, si se lleva a cabo la restauración se podrá salvar la belleza arquitectónica de la iglesia y hasta las pinturas que están en el altar mayor y que se encuentran en muy malas condiciones, en relación a las otras que permanecen guardadas y de las que aún no se conoce el número total.

Muebles
En la sala de reunión del convento de los padres dominicos que fue construido después que la iglesia, hay un juego de sala, un piano y varios muebles para guardar libros y adornos que, según el padre Neftalí Acosta, superior del convento de los dominicos en Guayaquil, son de la época en la que se construyó el templo, pero dice que la antigüedad de esas piezas trabajadas en madera solo la puede determinar Patrimonio Cultural.

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Alonso Imacaña, quien desde hace 34 años labora como ayudante en la iglesia, dice que cuando llegó ahí había algunos muebles con hermosos tallados, que estaban acomodados en varias partes del templo, pero como habían sufrido algún deterioro se los guardó en alguna habitación del convento.

Atrás del altar mayor, encima de una mesita permanece la urna donde se guardaban las ostias. Estaba antes a la vista en la capilla, pero ahora solo se la saca en Semana Santa para evitar que se dañe más.

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Estos son algunos de los muebles que por la falta de cuidados están en riesgo de acabarse.