Decenas de miles de evacuados, rebaños trasladados a zonas altas, árboles podados, cultivos recolectados, desaguaderos limpios: el occidente cubano trabaja febrilmente en "alarma ciclónica" para recibir la tarde o noche de este jueves al huracán Charley.
 
El Estado Mayor de la Defensa Civil decretó a las 07h00 (11h00 GMT) la fase  de "alarma ciclónica" para las occidentales provincias de Pinar del Río, La  Habana, Ciudad de La Habana y el Municipio Especial de Isla de la Juventud.
 
Por esa franja del oeste cubano debe cruzar Charley en la tarde a noche de  este jueves, como huracán de categoría dos (vientos de 154 a 177km/h), con una  amplia banda de lluvias, y menor velocidad de traslación, lo que aumenta las  posibilidades de daños.
 
Aunque el paso del meteoro no durará mucho, pues el ancho de la isla de  Cuba es de unos 60km en esa zona, los residentes de la capital cubana están  preocupados por lo que les espera.
 
Los dos millones de habaneros, cuyas viviendas e inmuebles tienen un  evidente deterioro, escucharán las poderosas ráfagas de vientos y los fuertes  aguaceros en una oscura noche (sin electricidad, por precaución), a la luz de  velas y atentos a las noticias en radios de baterías.
 
Desde 1985, cuando el huracán Kate pasó por La Habana, ningún otro meteoro  ha probado su fuerza con los viejos muros de la centenaria ciudad, afectada por  frecuentes derrumbes.
 
Sin embargo, con la experiencia de enfrentar más de 50 huracanes en 80  años, una disciplina casi militar, y un aparato preventivo aceitado y probado  en tiempos normales (ejercicios meteoros), el occidente cubano está tomando  urgentes medidas.
 
Unos 2.000 turistas extranjeros y más de 70.000 residentes han sido  evacuados a lugares seguros, sobre todo los que viven en zonas costeras del sur  de la isla, en prevención de posibles penetraciones marinas.
 
Las autoridades habilitaron albergues con servicios alimentarios y médicos  para los evacuados, mientras las emisoras de radio y televisión repiten  constantemente las precauciones a tomar por la población.
 
Rebaños de ganado fueron trasladados a zonas altas, las labores de siembra  en la agricultura fueron suspendidas y priorizadas las de recolección de  productos; los barcos pesqueros fueron llamados a puerto y se agilizan los  trabajos de descarga de buques mercantes en los puertos.
 
En sus casas, la gente hace acopio de agua potable, velas, alimentos no  perecederos, combustible para cocinar y para autos, baterías para radios, al  tiempo que aseguran ventanas, techos, limpian azoteas y desmontan antenas de  televisión.
 
Los especialistas insisten en los medios de comunicación sobre el engaño  del "ojo" del huracán. Durante un breve tiempo cesan la lluvia y el viento,  sale el sol o las estrellas, el tiempo se normaliza, lo que hace creer a  algunos que el peligro pasó. Pero un rato después, "la cola" del ciclón  presenta pruebas convincentes de lo contrario.
 
Según el más reciente reporte del Instituto de Meteorología, Charley tiene  vientos máximos de 140km/h, una presión de 986 hectopascal y una velocidad de  traslación de 26 km/h.
 
Los expertos prevén que la velocidad de los vientos siga creciendo, la  presión disminuyendo (lo que lo hace más organizado) y la velocidad de  traslación disminuyendo: el peor pronóstico.