Oscuros nubarrones asoman en el horizonte  laboral de Estados Unidos, amenazando con convertir al desempleo en una  incógnita para la economía en medio de la campaña para las elecciones  presidenciales de noviembre.
 
Mientras el presidente George W. Bush -que aspira a ser reelecto- ha hecho  del empleo una de sus prioridades, crece la inquietud sobre la calidad de los  puestos de trabajo creados y los altos costos laborales, que desestimulan a los  empleadores a la hora de contratar.
 
El martes, la Reserva Federal estadounidense, que aumentó su tasa directriz  en un cuarto de punto a 1,5%, admitió que "el crecimiento se moderó durante los  últimos meses y el ritmo de la mejoría en el mercado del empleo decreció".
 
Sin embargo, manifestó confianza en que la economía está "próxima a  recuperarse con un ritmo de expansión más fuerte".
 
Estos comentarios reconfortaron a los mercados, todavía bajo el impacto del  escaso aumento de los puestos de trabajo en julio (32.000 nuevos empleos) y  junio.
 
Si bien hubo un aumento de 1,5 millones de empleos en el último año, la  mayoría de éstos fueron creados en tres meses -marzo, abril y mayo- tras los  cuales la tendencia se frenó.
 
La oposición demócrata no pierde oportunidad de señalar que el balance de  la administración Bush está en rojo en este plano, ya que desde enero de 2001  la economía estadounidense perdió 1,2 millones de puestos de trabajo.
 
Incluso los funcionarios del gobierno manifiestan su decepción y admiten  "que es necesario hacer más" en el capítulo del empleo.
 
El martes, la difusión de las cifras de productividad mostró en el segundo  trimestre de 2004 un alza notable de los costos salariales, que aumentaron 1,9%  (en tasa anualizada) tras dos años de caída.
 
"Esto puede empezar a estrangular los márgenes de ganancia y, con la  aceleración de los costos salariales, las empresas podrían verse inclinadas a  contratar menos", estimó John Lonski, de Moody s Investors Services.
 
El trabajo se encareció sobre todo debido a los aportes salariales para la  salud y las pensiones, pero "sería un error confundir aceleración de los costos  salariales con aumento de salarios", agregó.
 
Las remuneraciones tuvieron un aumento prácticamente nulo (0,1%) en el  segundo trimestre del año.
 
"Si los salarios siguen creciendo a estos ritmos anémicos, el consumo (que  representa dos tercios de la economía estadunidense) seguirá desacelerándose",  advirtió Ron Wexler, de Merrill Lynch.
 
Otro temor es que la baja calidad de los nuevos empleos creados genere una  degradación progresiva en materia de salarios y beneficios laborales.
 
La tasa de desempleo bajó ligeramente, de 5,6% en junio a 5,5% en julio,  pese a que se crearon muy pocos puestos de trabajo nuevos, lo que según los  analistas se explica por el hecho de que la mayoría de las contrataciones  fueron realizadas por pequeñas empresas, no contabilizadas en las estadísticas  de generación de empleos.