Nací en Ecuador y soy un ciudadano común dispuesto a seguir declarando todos mis bienes.

He observado la sapada de amigos de lo ajeno, no los de la calle, me refiero a políticos, banqueros, administradores, jueces, asesores de Gobierno y Congreso, que sin tener inicialmente un centavo han podido amasar grandes sumas de dinero, fruto de su poder adquirido para robar, y de su corrupción que los envanece.

Hombres (y una que otra mujer) que gobiernan, emiten leyes, juzgan, inducen a votar por ellos o a ahorrar en sus bancos a través del marketing, son los que los hemos visto constantemente en todos los medios de comunicación. Los invito a ver en los archivos fotográficos o de televisión, cómo estaban vestidos cuando iniciaron su “trabajo”, y cómo se visten ahora; hay un cambio total. ¿De dónde salió el dinero? ¿Y qué hay de sus bienes, vehículos, casas, negocios..., que el 99,9% no debe estar a su nombre, sino de una compañía fantasma?

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¿Por qué no hacen real declaración de bienes, ellos y sus familiares? ¿Qué persona o empresa honrada se opondría a declarar sus bienes? Si han sentido “el llamado para trabajar por la patria”, entonces que declaren sus bienes antes, y después de su labor.

¿Se atreverían a hacer una campaña para eliminar el sigilo bancario, para que se pueda investigar cualquier cuenta de dudosa procedencia del dinero?

Carlos David Cepeda Valencia
Génova, Italia