A propósito de las próximas elecciones seccionales en nuestro país, antes de escribir sobre los planes de trabajo de los candidatos, quiero referirme a estos.

¿Existe coherencia entre la fe religiosa que profesan o dicen profesar y sus actuaciones políticas? Es importante conocer la respuesta antes de depositar nuestros votos.

El decirse cristianos o católicos y no actuar como tales, por parte de los políticos, es algo que no ocurre solamente entre nosotros, según deduzco de la siguiente información a la que he tenido acceso:

Los obispos de México, antes de la elección de junio último, manifestaron:

–Que invitaban a los votantes a emprender una evaluación moral seria de los candidatos y de las plataformas de los partidos.

–Que la Iglesia tiene la misión de ayudar a formar la conciencia de los votantes cristianos asegurando que se guíen por los principios éticos de la doctrina social.

–Que los políticos católicos tienen el deber moral de ser fieles a los principios evangélicos y de mantener su compromiso con su fe.

En Italia el arzobispo de Milán, cardenal Dionigi Tettamanzi, ha dicho:

–Que no le preocupaba que existiera un partido específicamente cristiano o no.

–Que un problema mucho más serio es la ausencia de los valores cristianos en la política.

–Que se necesita estar más atentos a la sustancia que a la forma sobre la presencia de los valores cristianos en la política.

En Canadá el obispo de Calgary, monseñor Fred Henry, refiriéndose al primer ministro Paul Martín, observó que mientras los medios normalmente lo describen como un católico devoto, su apoyo al aborto y a los matrimonios del mismo sexo reflejan una incoherencia moral fundamental.

En lo que respecta a Ecuador, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, el 22 de abril último, en una carta a los ecuatorianos, entre otras cosas, declaró:

–La incoherencia de los electores y de los elegidos; el obstruccionismo ciego de ciertas oposiciones, el obsesivo afán de los escándalos, las presiones de grupos poderosos que solo piensan en sus intereses inmediatos y el festín de ambiciones y corrupciones, configuran una realidad social del todo ajena a la verdadera democracia y opuesta al desarrollo del país.

Yo pregunto: ¿Hay políticos cristianos involucrados en el panorama que nos pintaron nuestros obispos? ¿Debemos negar nuestros votos a personas incoherentes con su fe?  ¿Sería tan  amable en darme su opinión?