Por sexto día consecutivo, las fuerzas estadounidenses seguían enfrentándose con las milicias chiitas en la ciudad santa de Nayaf, mientras que las amenazas de los insurgentes en el sur del país provocaron la caída de las exportaciones de petróleo iraquí.

El Ejército de Estados Unidos pidió ayer a la población que evacúe Nayaf, el principal foco de la insurrección chiita liderada por el clérigo radical Moqtada Al Sadr.

El llamado llegó después de que las fuerzas estadounidenses recibieran autorización del gobernador de Nayaf, Adnan Al Zurufi, para penetrar hasta la plaza en la que está situada la mezquita del Imán Ali, el centro neurálgico de los insurrectos y uno de los lugares más sagrados para los musulmanes chiitas. Los combates también se extendieron al cementerio de Nayaf.

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Salam Maliki, gobernador de Basora, la segunda ciudad en importancia de Iraq, donde los chiitas declararon una Jihad (guerra santa), amenazó ayer con separar las tres provincias del sur de Iraq del gobierno central, “en respuesta a la campaña contra Al Sadr”.

“Apoyamos la unidad de Iraq, de territorio y de su gente, pero nos veríamos obligados a adoptar esta decisión si el gobierno del primer ministro interino, Iyad Alawi, se mantiene indiferente frente a la matanza y la opresión que  sufre el pueblo iraquí a manos de las fuerzas de ocupación”, advirtió Musavi.

Las tres provincias separatistas serían Basora, Missan y Zi Qar All.

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“Este gobierno debe saber que el petróleo está en el sur y no en Bagdad, y que el poder económico del país parte de las regiones meridionales”, recordó, airado, Musavi.

La producción de petróleo se redujo de forma drástica ayer después de que grupos armados atacaran un oleoducto en el sur del país.

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En la terminal petrolera de Basora, las amenazas rebeldes provocaron una brutal caída de las exportaciones después de que se suspendiera el bombeo de crudo el lunes.