La iniciativa de autoridades y agricultores de la zona permitió acabar con un sitio deplorable.

Un letrero de metal con una leyenda en la que se prohíbe arrojar basura y advierte sanciones, permanecía oculto entre toneladas de desperdicios junto al río San Pablo. Un panorama deprimente y pestilente que, según los moradores, se mantuvo por más dos décadas.

El sitio está en el sector Zapote del recinto Pinela, una rica zona agrícola, especialmente bananera; quizá esta sea la razón por la que la mayor parte de los desperdicios son fundas plásticas utilizadas en las bananeras.

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Pero, desde el pasado 28 de junio la situación cambió. Ese mal aspecto de tallos, fundas plásticas, restos de plantas de guineo, cartones y cañas desapareció y dio paso a una zona de playa limpia, despejada, que invita al descanso.

Los artífices de este cambio son: la empresa Rey Banano del Pacífico (Reybanpac), el Municipio de Valencia y agricultores de la zona.

“Fue una cuestión ambiental y también un pedido de nuestros clientes que se interesan por saber cómo sembramos y procesamos nuestro producto”, dijo Antonio Vargas Pacheco, superintendente de Servicios de Reybanpac.

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En este sector hay 6.000 hectáreas de guineo y cultivos de ciclo corto, además, salen 20.000 racimos de guineo semanales, que representan 4 quintales de plásticos que los arrojaban a las orillas.

Fosas y galpón
En el sitio se habilitaron cuatro fosas para enterrar los desperdicios degradables y los no degradables.

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En un terreno de 50 m², donado por Violeta Ponce Núñez, agricultora de la zona, se construirá un centro de acopio de plásticos que los recolectará la empresa Cartonagro.

“Ojalá sea la solución definitiva al problema. La gente es inconsciente y no sabe el daño que provoca”, dijo Ponce.

Los materiales como madera, hierro, caña y cemento para el centro los donarán Reybanpac y los propios productores de la zona.

Marco Macato, uno de los agricultores que colaboró en el cambio, dice que este río riega los cultivos y las familias se abastecen de sus aguas.

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Para Édson Recalde, productor bananero, el problema se mantuvo porque la gente no tomaba la iniciativa de limpiar, pues en el invierno el agua se llevaba parte de los desperdicios.

El alcalde Marco Troya explicó que las retroexcavadoras y palas mecánicas han removido cerca de 10 toneladas de desechos.

“Estamos recuperando un sitio que era muy concurrido pero, ante la gran cantidad de desperdicios, nadie se quería bañar ni visitarlo. La situación ha cambiando y podrá ser un balneario”, dijo Troya.