Los integrantes de cuatro grupos juveniles  de teatro cuentan sus vivencias a partir de lo que deben hacer para poner en escena las obras que preparan. Ellos marcan la tendencia actual que existe por parte de  los jóvenes, de reunirse para hacer teatro.

Tan solo una pared de fondo y unos cuantos muebles enmarcan el escenario,  pero es suficiente para que cuatro jóvenes actores a la orden de ¡acción!, hagan lo que más les gusta hacer: actuar.

–Ven a sentarte por este lado Lis, ¿porque puedo llamarte así, verdad?–, dice Luis.

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–Por cierto Lis, ¡qué nombre tan raro! Si parece el final de una palabra cómica... ¡Algo así como lombriz!–, interviene Nancy, burlona.

–Su nombre es Lisset y en su casa la llaman Lis, que significa lirio en francés ¡por si no lo sabías!–, le responde Luis.

La obra se titula Juego para cuatro, original del chileno Francisco Raynaud y puesta en escena por el grupo de teatro Arútam, de la sección arte y representación de la Casa de la Cultura del Guayas.

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Esta agrupación se conformó en el año 2002 por iniciativa de Miguel Silva (director), y con la participación de graduados de los cursos de formación actoral y televisión que fueron dictados por la entidad a lo largo de nueve meses.

Sus integrantes son Shirley Bravo, Gabriel Gallardo, Luis Arévalo, Nancy Holguín, Benicio Fuentes, Shirley Espinoza, Irene San Martín, Marco Antonio Jaime, César Villarroel, Michel Morales, Sonia Mendoza, Darío Fernández, Javier Marfetán y Julio Bernita, quienes tienen de 18 años en adelante.

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Como ellos hay otros que han seguido la tendencia de formar grupos juveniles de teatro.

En la Alianza Francesa, por ejemplo, ya se han constituido tres agrupaciones con participantes entre los 12 y 24 años, y una cuarta está por concretarse.  Es un trabajo en equipo realizado por Carlos Usher, y la agrupación actoral denominada Sin Preámbulo, que ya tiene más de un año y ha recorrido las tablas fuera del país.

Usher, junto con Aída Alarcón, más conocida por sus alumnos como Chichita, asegura que “en nuestro trabajo con jóvenes, en todos los casos se han superado las expectativas. El trabajo colectivo siempre sale mucho mejor de lo que nosotros pensamos”.

El primero de los grupos, integrado por Santiago Ochoa, Danny Díaz, Milton Velásquez, Ricardo Betancourt, Fabián Vilema, Diana Miranda, Olga Castro y Jéssica Solórzano, ya ha puesto en escena dos obras: La Farsa de Caldereo y la Farsa de la tarta y el pastel. Santiago dice que considera una tendencia positiva que la necesidad de los jóvenes por expresarse sea encaminada hacia el teatro, y sus compañeros están de acuerdo.

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Son cerca de 25 jóvenes estudiantes y profesionales los que integran la agrupación Sin Preámbulo, “hay músicos, directores de coro, gente que se dedica a la literatura”, refiere su director Carlos Usher.

Contra corrupción
La Red Juvenil Anticorrupción también decidió formar su agrupación teatral para crear conciencia acerca de la corrupción  de una manera diferente. La integran aproximadamente quince jóvenes.

Nathalie Cárdenas, de 17 años, una de las actrices, asegura que es un poco complicado coordinar los horarios debido a que unos estudian en la universidad y otros en colegio, pero “se planifica, y definimos una fecha en la que todos pueden asistir, para pedir los permisos a los rectores o profesores con anticipación”.

Al igual que el resto del grupo, a Nathalie le entusiasma  la idea de renovar el repertorio, pues han tenido muy buena acogida en las instituciones educativas a partir de su presentación durante el lanzamiento de Enrédate, la revista oficial de la red anticorrupción.

Los chicos de la red juvenil anticorrupción  financian los gastos de su propio bolsillo, mientras que la agrupación de la Alianza Francesa lo hace con el precio de las entradas o con los auspicios que puedan conseguir. En cambio, Sin Preámbulo, ha orientado las ganancias de sus obras para fines sociales, dentro y fuera del país.

En el caso de Arútam, la agrupación de la Casa de la Cultura, los gastos para el vestuario, la escenografía y el maquillaje son financiados por los actores y en parte se ayudan con el dinero recaudado en las funciones que realizan en el auditorio de la Casa de la Cultura, en colegios.

Hasta el momento se han presentado en Naranjal, en la Base Naval de Salinas y Esmeraldas, por contratos o por invitaciones.

Shirley Bravo, una de las integrantes, dice que es una gran experiencia formar parte de este grupo de teatro, pues es un trabajo en equipo en el que todos se encargan de buscar los medios para sacar adelante los proyectos. Javier Marfetán, su compañero, afirma que todo vale la pena cuando logran que con su actuación la gente disfrute, ría y olvide –al menos por un momento– sus problemas.