A todas las entidades del Estado cuyos miembros perciben altos sueldos, como Petroecuador, Banco Ecuatoriano de Desarrollo (BEDE),  Corporación Financiera Nacional (CNF), etcétera, y a los legisladores, deberían rebajarles los salarios.

Lo anterior ayudaría al pago de las pensiones de los jubilados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, de esa forma no se aumentaría ningún impuesto para cancelar a los retirados.

Margarita Esteves
Guayaquil

Publicidad

Ciertos analistas exponen a la comunidad, confundiéndola, por lo cual vale hacer consciente a la misma de los siguientes sarcasmos:

“Como hay una gran mayoría que sufre de pobreza, los jubilados deberían consolarse con tal situación”. ¡Con lo que se compara a los que se han sacrificado la vida trabajando con los que siempre se acostumbraron a vivir de   caridad!

“Que un derecho es el de mendigar un subsidio”, lo mismo que no es compatible con ese gran aserto que manda: “Que los derechos no se piden de rodillas”.

Publicidad

Que los atropellos que el Gobierno ha hecho con los fondos de los jubilados se llama “pulverizar” o lo que es lo mismo, que cuando alguien reclama un desafuero se contesta irónicamente: “Que fue la mano”.

Que el sueldo de los jubilados debe ser equiparado con la Ley Cambiaria de 1999, hecha por el Gobierno, y que por principio universal no puede ser aplicada para atrás, pero para ciertos analistas sí se puede.

Publicidad

“Que la desadministración del IESS, provocada por los abusos de los gobiernos, con los fondos de los afiliados, es culpa de los afiliados”. Los pillines de alta alcurnia saben que si se indemniza es  obligación del Gobierno aplicar el “Derecho de Repetición” contra los que a nombre del régimen de turno han hecho festín con los fondos del IESS, por eso defienden a capa y espada que hay que subsidiar.

Es hora de que se inaugure la justicia en nuestro país y que se devuelvan los derechos de los afiliados al IESS para  tener una jubilación digna y no un subsidio.

Ing. Salvador Loffredo A.
Guayaquil

Los filósofos de la política hitleriana manifestaban que una mentira dicha muchas veces se convertía en verdad. Lo que no decían, porque pensaban que el Tercer Reich duraría mil años, era que la mentira siempre se descubre, no importa cuántas veces se  repita.

Publicidad

Eso es lo que nos está pasando en el Ecuador; hemos vivido de ilusiones y mentiras durante tanto tiempo que  van saliendo poco a poco como lombrices de la carroña. Nuestras mentiras están institucionalizadas.

No puede haber una estructura de gobierno sólida a base de mentiras y más mentiras. Sin ética, justicia y principios no se puede edificar una sociedad sana y productiva.

Nuestras mentiras van poco a poco saliendo a la luz y me voy a remitir solamente a una última, para que sustente mi criterio.

La última mentira tiene que ver con la reserva monetaria ecuatoriana. Ahora resulta que la parte gruesa de la reserva son los fondos depositados por el Seguro Social en el Banco Central. Parecería ser que lo  mantuvieron como un secreto de Estado.

Es inconcebible pensar que alguien declare como suyo lo que no es de él, pero eso es exactamente lo que ha estado pasando. Por eso fue la oposición tenaz del Ministro de Finanzas al incremento de las pensiones jubilares. Por eso fue la posición también tenaz del anterior Ministro de Finanzas en el asunto de los bonos del Estado cuando querían obligar al Seguro Social a comprarlos; simplemente querían legalizar lo que estaban haciendo con los dineros de los afiliados al IESS.
Eso es malversación de fondos.

La única alternativa que tiene el Seguro Social para salvar los intereses de sus afiliados, activos y retirados, es divorciarse totalmente del Estado; administrarse independientemente de los políticos de turno. Está bien que el Estado (no el Gobierno) tenga injerencia controladora sobre el Seguro, como debería tenerlo  sobre todo ente autónomo de fondos públicos, pero los dineros del Seguro deben ser sagrados. La supervivencia de la gente canosa depende de ello.

Aparte de que el Estado es el mayor deudor del Seguro Social, ahora resulta que con eso no le basta, es el mayor usurpador de sus reservas. El Estado ecuatoriano, que es otra gran mentira, porque cambia de política y concepto a requerimiento de los gobiernos de turno, gasta mucho más de lo que recibe por concepto de tasas e impuestos. Es un barril sin fondo y quiebra o destruye todo lo que toca.

Somos testigos del último desfalco a los fondos del Seguro Social, ejecutado esta vez por su “protector”, el Estado. Claro está, como siempre, nadie es responsable de ello, porque el Estado es una mentira.

Mario Roseney Cassís
Guayaquil