Qué ejemplo de dignidad nos dieron los jubilados luchando contra la insensibilidad del Gobierno Central, de los diputados, de las máximas autoridades del IESS, todos ellos beneficiarios de sueldos altos y que parece no se imaginan la realidad de la vida del jubilado.
Su lucha ha sido un ejemplo digno de imitar. Preferible morir con dignidad que igualmente morir percibiendo valores indignos. Gracias a ustedes jubilados por haber mejorado el futuro de las siguientes generaciones.
Tanto costó tomar una decisión para mejorar los ingresos y, obviamente, con el consabido incremento de impuestos. Si lo que se quería es poner impuestos, ¿por qué no el 1% sobre los ingresos que superan los $ 4.000 mensuales de los empleados públicos y privados?
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Xavier Vallejo Iturralde
Guayaquil
Dios ha permitido que impere la razón en la mente de los congresistas, aunque a costa de 16 vidas humanas sacrificadas en su vehemencia de justicia social y económica, tras más de treinta días de clamor y abstinencia, más que de reclamo justo.
El paso tomado por esta institución gubernamental pudo haberse dado antes, evitando la polémica con el Ejecutivo, siendo ambas partes responsables de lo sucedido, ya que había algunas alternativas para solucionarlo, como la venta inmediata de todos los inmuebles abandonados que mantienen el IESS; agilizar el cobro de la deuda patronal; revaluar los arriendos en los edificios colectivos de la institución, ya que si pagaban cincuenta sucres por departamento, en la dolarización pasaron a pagar dos dólares cada mes y con toda comodidad; controlar los jugosos sueldos de los funcionarios del IESS; evitar gastos superflujos como carros nuevos para el paso de los directivos y las decoraciones innecesarias en las oficinas donde reposan; entonces sabremos dónde está la plata para el pago justo de la pensión jubilar.
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En esta batalla que felizmente terminó ha triunfado la conglomeración de jubilados del país, marginada por siempre en todos los gobiernos de turno, con el sacrificio de 16 vidas de viejitos que aún eran útiles a sus familias.
Solo confiamos en que ahora se cumpla la razón del triunfo y reforme íntegramente la Ley del Servicio Social Ecuatoriano, especialmente en la dignidad del anciano, la salud del pueblo y en el correcto manejo de los fondos del jubilado, que son su subsistencia y su heredad familiar.
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José Ramón Farfán Arellano
Guayaquil