Los siameses filipinos de 2 años Carl y Clarence  Aguirre, unidos por la cabeza, fueron separados con éxito tras una cuarta  operación de 17 horas, explicaron ayer fuentes del hospital infantil  Montefiore de Nueva York.

Los niños ocupan dos camas, una cerca de la otra, y “están bien, aún  dormidos, sin signos iniciales de complicaciones”, informó la portavoz  del centro médico, Pamela Adkins, haciendo hincapié en que nada hace pensar que  alguno de ellos sufrió daños cerebrales durante la separación.

“Las primeras 72 horas son las más delicadas”, explicó Adkins.

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En ese periodo “los especialistas estarán pendientes de signos de  hemorragias, inflamaciones en el cerebro e infecciones”, agregó.

La separación física tuvo lugar el miércoles, aunque los niños no salieron del quirófano hasta ayer de  madrugada, después de que los médicos implantaran tejido del estómago para  revestir los recién separados cerebros.

En vez de optar por realizar todo el proceso en una sola operación  maratoniana, los médicos decidieron separar a Carl y Clarence en varias  intervenciones, la primera de las cuales tuvo lugar en el 2003.

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Falta cirugía
“Lo que aún no se hizo fue la reconstrucción de los cráneos, no hay hueso  coronando las cabezas de los niños”, explicó Adkins, al precisar que la  intervención se realizará cuando las heridas cicatricen.

Los especialistas consideran que la separación era necesaria para los niños  a causa del incremento de problemas de salud derivados de su condición.

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El nacimiento de siameses es raro –uno cada 200.000 alumbramientos–,  que estén unidos por la cabeza es inusual y se da una vez cada  10 millones de nacimientos.