Jefe:
Presento a continuación el informe por usted solicitado relativo al complot denunciado por el ingeñero León-Febres Cordero para atentar contra su vida.

En efecto, Jefe, a fin de conocer si el coronel Napoleón Villa encabezaba el complot, procedí a hacerme pasar por militante de Sociedad Patriótica, para lo cual me camuflé con una gorra verde con visera roja, camiseta la mitad verde y la mitad roja, gafas verdes solas, o sea sin rojo, y pantalón verde al que pinté unas manchas rojas, y así caminé hacia la sede del precitado Partido.

Sin embargo, Jefe, en el trayecto unos individuos apostados en una esquina comenzaron a burlarse y decir ve pues, ese payaso en qué circo actuará y otras frases injuriosas que me obligaron a enfrentármeles directamente a la cara, instante en que ellos, envalentonados porque estaban en número de cinco, procedieron a venirse contra mi integridad en carga montón, ante lo cual me vi en la necesidad de efectuar una retirada estratégica. Lamentablemente, Jefe, dada la velocidad que alcancé en una bajada, se me voló la gorra y, casi enseguida, se me cayeron las gafas, prendas íntimas que dejaron mi identidad bastante al descubierto.

Cuando, con las justas, llegué a la sede del Partido, fuerzas de seguridad, en actitud solidaria, dispersaron a los cinco manifestantes que se manifestaban en contra de mi persona.

Después de relatar la injusta persecución y así ganar la confianza de algunos militantes, pude averiguar subrepticiamente que el coronel Villa, efectivamente, sí le tiene puesto el ojo al ingeñero.

Chuta, Jefe, pero el momento en que se me puso la carne de gallina porque creí que el atentado ya se había realizado, fue cuando un guardaespaldas del coronel me aseguró que el ingeñero Febres-Cordero ya estaba en el cielo.

O sea, Jefe, ahí sí creí que le habían dado el vire y le habían mandado a la otra vida, hasta que, poco a poco, fui descubriendo subrepticiamente que el cielo al que se refería era al cielo raso del Palacio Municipal, donde han pintado un mural que, al ver las fotos que me enseñaron, yo también dije que era horrible, aunque me pareció precioso, casi como el mural de Guayasamín del Congreso, pero en bien dibujadito.

Lo que creo, Jefe, es que el complot del coronel Villa no es contra el ingeñero que está en la tierra sino contra el que está en el cielo. Entonces, para protegerle convenientemente, recomiendo que al ingreso del Municipio se cachee a todas las personas para ver si no esconden escaleras ni andamios porque pueden ser parte del complot para eliminarle de un brochazo al ingeñero.

Sin otro particular, quedo en espera de sus instrucciones para mi próxima misión.
f) Luis Sigcha y Cuntes,
Agente Secreto.